
¿La IA cerrará la brecha salarial de género o la ampliará?
La inteligencia artificial puede transformar el mercado laboral, pero corre el riesgo de profundizar la desigualdad salarial
La inteligencia artificial (IA) ha llegado al mundo laboral prometiendo eficiencia y objetividad, desde sistemas de selección de personal hasta plataformas que recomiendan ascensos o determinan salarios. Sin embargo, surge un debate crucial: ¿podrá la IA reducir la brecha salarial de género o, por el contrario, acentuarla?
Según el World Economic Forum, a nivel global solo se ha cerrado un 68,8 % de la brecha de género, y en Ecuador la diferencia salarial promedio alcanzó 16,58 % en 2024, lo que implica que las mujeres ganan alrededor de USD 85 menos al mes que los hombres, incluso ajustando por educación o experiencia laboral.
Esta "brecha no explicada" refleja sesgos de género invisibles pero persistentes que limitan tanto la igualdad como el crecimiento económico regional, que podría aumentar entre 4 % y 15 % si se cerraran estas diferencias, según estimaciones del BID y el Banco Mundial.
IA y sesgos históricos: un riesgo real
La irrupción de la IA se da en un contexto laboral desigual. Los algoritmos entrenados con datos históricos pueden replicar patrones de discriminación: sistemas de reclutamiento que priorizan perfiles masculinos, modelos salariales que perpetúan diferencias y penalizan licencias de maternidad, o evaluaciones de productividad que subestiman a las mujeres.
La automatización de tareas también afecta desproporcionadamente a las mujeres, quienes predominan en roles administrativos, de ventas básicas o asistencia, mientras los empleos menos automatizables, como ingeniería o tecnología, están dominados por hombres. Esto podría relegar a mujeres hacia empleos temporales, parciales o más precarios, ampliando la desigualdad económica y social.
María Stefanie Vásquez Peñafiel, catedrática e investigadora de la Business School y Coordinadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas Nodo de la UIDE, señala: “Las brechas salariales no son un asunto menor ni anecdótico; afectan a toda la sociedad y limitan el crecimiento económico de la región”. Además, advierte que “la IA puede ser una herramienta poderosa, pero si no se maneja con criterios de equidad, solo replicará los sesgos históricos que hoy enfrentan las mujeres en el trabajo”.
No obstante, la regulación y la tecnología pueden converger para impulsar la equidad. La Unión Europea, algunos países de la OECD (Organisation for Economic Co-operation and Development), Estados Unidos y el Reino Unido han implementado medidas de transparencia salarial, obligando a reportar rangos salariales y prohibiendo cláusulas de secreto, apoyadas en sistemas digitales que permiten monitoreo en tiempo real.
En Ecuador, aunque los diagnósticos son claros, las políticas que obliguen a visibilizar la brecha aún son limitadas. Vásquez enfatiza: “Tenemos la oportunidad de usar la IA como una herramienta de cambio; depende de nosotros que no se convierta en un maquillaje tecnológico que perpetúe la discriminación”.
La pregunta crucial persiste: sabiendo que la IA no es neutral, ¿seremos capaces de usarla para cerrar la brecha de género o permitiremos que se convierta en el rostro moderno de la injusticia?
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