
¿Están las velas aromáticas contaminando el aire de tu casa?
Aunque crean ambiente y bienestar, las velas aromáticas pueden liberar partículas que afectan la calidad del aire
Encender una vela perfumada puede ser un ritual de calma. Su luz tenue y su aroma a vainilla o canela transforman cualquier espacio en un refugio acogedor. Pero detrás de esa sensación de bienestar, hay algo que quizá no vemos: lo que respiramos cuando la vela arde.
“El olor está estrechamente relacionado con el centro emocional del cerebro y el de la memoria”, explica la otorrinolaringóloga Marta Becker, de Clarity ENT, en Filadelfia. “Por eso, ciertos aromas pueden despertar recuerdos o emociones aunque no recordemos de dónde vienen”.
Esa conexión emocional explica por qué las velas aromáticas se vuelven tan populares cuando llega el frío. Sin embargo, además de su luz y su fragancia, liberan diminutas partículas que podrían afectar la calidad del aire interior.
Más allá del aroma: lo que liberan las velas
El toxicólogo Hans Plugge, director de Safer Chemical Analytics, lo explica así: “Quemar cualquier vela provoca una combustión incompleta. Eso libera agua, dióxido de carbono y pequeñas partículas negras de hollín”. Este hollín -una mezcla de carbono, compuestos químicos y residuos parecidos al alquitrán- aparece sobre todo cuando la llama parpadea o se apaga.
A esto se suman las fragancias. “Las velas perfumadas pueden liberar aceites esenciales o compuestos volátiles que causan reacciones alérgicas”, dice Plugge. Curiosamente, advierte que los productos “100 % naturales” no siempre son más seguros: “Los extractos naturales tienden a ser alérgenos más potentes que las fragancias sintéticas, diseñadas para evitar esas reacciones”.
El ingeniero Richard Corsi, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de California, coincide: “El tipo de llama y el recipiente influyen mucho. Un borde alto alrededor de la mecha impide que entre oxígeno y aumenta la producción de hollín”.
Aunque no hay evidencia de que encender velas de vez en cuando cause daños graves, sí pueden irritar a personas con alergias, asma o migrañas. “Una vela no es un problema; muchas velas o incienso en una habitación cerrada, sí lo son”, advierte Plugge.
¿Cómo reducir riesgos sin renunciar al ambiente que crean? Los expertos recomiendan optar por velas sin perfume, sin color y con cera refinada. También conviene evitar los recipientes demasiado altos, no dejar la llama sin supervisión y ventilar el espacio después de apagarlas.
Encender una vela puede seguir siendo un gesto cálido, siempre que se haga con conocimiento. Al final, se trata de cuidar no solo la atmósfera emocional del hogar, sino también el aire que respiramos.
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