Elizabeth Bravo, triatleta ecuatoriana
La deportista es además balletista, fisioterapista y osteópata.Cortesía Jovi Acosta

Elizabeth Bravo ¡por mucho más!

De recio espíritu y sencillez, la atleta olímpica es una figura con gran notoriedad en Cuenca, donde se ha ganado el respeto de sus coterráneos.

Desde los 6 años, su vida ha sido una continua evolución física y mental, hasta convertirse en uno de los referentes deportivos más significativos del país, con dos palmarés panamericanos e innumerables carreras a nivel nacional e internacional como triatleta. Hoy, a los 35 años, se dirige, firme, a lo que serán sus cuartos Juegos Olímpicos, esta vez en París-2023, en una sólida carrera sostenida con la bandera de Ecuador.

Con el particular ritmo de voz de los cuencanos, escucharla es un deleite, como música en los oídos, aunque la deportista modula las palabras con la precisión de un cronómetro, porque denota humildad y también porque su tiempo es oro. A la noche, Elizabeth ha cumplido una larga y extenuante jornada de entrenamiento que se alarga con las obligaciones de una madre pendiente de su pequeño hijo, Juan Francisco, quien la vitorea en cada carrera que participa. La última, una de 86 kms. en bicicleta, antepaso del campeonato Panamericano -29 de octubre- en Montevideo, Uruguay, evento de trascendencia en la que su esposo, Francisco Javier Tirado, madre y hermana también estuvieron cerca, como siempre.

Formación integral

Al graduarse de bachiller a los 16, también culminó su formación como balletista después de una década de estudios en el Conservatorio José María Rodríguez, en Cuenca, su ciudad natal. En paralelo, el deporte empezó a reverberar en la vida de la atleta, convirtiéndose en una pasión que complementó en las aulas universitarias con un título como fisioterapista y un diplomado en Osteopatía, carreras a las que piensa dedicarse al retirarse del deporte a nivel profesional.

De cualquier forma, Elizabeth ha ido cumpliendo metas y desafíos con la motivación de sus padres, quienes anhelaron para ella una formación integral. “Ellos nunca me dejaron rendirme. Me enseñaron que uno tiene que levantarse con más fuerza. La constancia y disciplina que me dieron marcaron mi vida”.

A nivel profesional

Para ser triatleta, Elizabeth pasó por diferentes etapas deportivas que la condujeron hacia el podio sudamericano de marcha y el oro nacional en natación. Tenía 19 cuando se propuso formalmente llegar a las Olimpiadas con un nivel profesional. “Son innumerables las carreras en las que he participado: Barriales, colegiales, provinciales, nacionales e internacionales…, no tengo la cuenta”, dice.

Evidentemente, el día a día de la deportista es intenso. “Entreno 24/7 y he ido evolucionando con el tiempo. No es un tema solo físico, sino que también hay un entrenamiento invisible: alimentarte bien, descansar, meditar, saber cómo calentar…. Hago bicicleta, natación y corro casi todos los días y, según la etapa, también hago gimnasio”.

Vale destacar que la dieta de una deportista élite como Elizabeth es parte vital de su desempeño deportivo, y eso implica disciplina y compromiso. “Me alimento muy sano, y la tabla se basa en mi peso y la duración de los entrenamientos con suplementos proteínicos y de carbohidratos. Cero azúcares y fritos pero variada en carnes, granos y verduras”.

Mi familia, mi entrenador y equipo son lo más importante, quienes me han acompañado en todo momento y forman parte de lo que soy y dónde estoy.

Lo difícil de sortear

Ineludible son los riesgos que supone un deporte de ese nivel de exigencia y que ha cobrado un par de huesos en la carrera de la atleta, más allá de las lesiones y accidentes varios que ha sufrido. “Esto es de las cosas más duras de enfrentar para un deportista. Tuve una fractura expuesta en el antebrazo que me paralizó la movilidad de un dedo y después se me pulverizó la muñeca derecha y sufrí un corte significativo del tendón -cuádriceps-. Ambos accidentes en bicicleta, de los que estoy totalmente recuperada”.

En cuanto a los sacrificios a los que está acostumbrada, se resalta el “no, gracias” y el “no puedo” como parte de su cotidianidad. Son contadas las invitaciones que puede asistir y su estricta dieta no le permite disfrutar, como otros. “Son sacrificios que los hacemos con gusto porque vamos por un sueño, pero a veces si es difícil el nivel de exigencia”, cuenta. Al mismo tiempo, las vacaciones están reservadas tomando en cuenta su agenda de entrenamientos y carreras.

Elizabeth Bravo, triatleta ecuatoriana
La deportistas aspira asistir a los Juegos Olímpicos 2023 en París.Cortesía Pablo Carrión

En familia

Sensible y dada a los suyos, la atleta agradece la familia que tiene y la que formó con su esposo, Francisco, quien la apoya en todo para que Elizabeth cumpla sus metas. “No hay nada como estar en casa. Mi esposo me ayuda muchísimo, nos delegamos las tareas del hogar y de nuestro hijo. Ser mamá no me obligó a parar el ritmo, ni en el embarazo o cuando di a luz dejé de entrenar. Más bien fue la motivación para ir por más. Juan Franscisco me recuerda todo el tiempo que las cosas sencillas de la vida suman mucho más. Espero inculcarle que nunca se rinda”.

Para Elizabeth, su equipo de entrenamiento es también su familia, siendo parte de lo que es y dónde está. Los momentos duros también los vive junto a ellos, que entienden lo que significa esta carrera y la alientan en todo momento para seguir avanzando.

Cara a Cara

¿Qué se necesita para ser un deportista de alto rendimiento?

La disciplina, constancia, el apoyo de la familia e, ideal, empezar desde pequeños en el deporte porque, de lo contrario, cuesta más.

Económicamente, ¿cómo vive una atleta de su nivel?

Por el deporte he tenido becas estudiantiles y ahora también un sueldo gracias al Ministerio del Deporte. La empresa privada me ha apoyado muchísimo, uno cuencana en particular por lo que he podido estar en las Olimpiadas, y otras también importantes que han confiado en mi desempeño.

¿La carrera que más le costó?

En los Panamericanos de Toronto. Estaba embarazada de cuatro meses y, en la última vuelta, acabé cuarta y ganó la actual campeona olímpica.

¿Metas de vida?

Los Juegos Olímpicos en París 2023, que serán mis últimos, y ayudar a otros triatletas con mi experiencia y contactos para que puedan llegar más lejos de lo que yo llegué.

¿Qué vendrá después?

Quisiera tener otro hijo. Mi retiro de las carreras creo que será en el 2025, porque todo tiene un final. Además quiero dedicarme a la fisioterapia y contribuir a mi deporte que es el triatlón.