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Los apodos pueden crear cicatrices emocionales.Shutterstock

Los apodos: ¿qué tan inofensivos son?

Los sobrenombres pueden causarles daño emocional. Aprenda cómo proceder si su hijo se enfrenta a esta situación.

En la infancia y adolescencia algo muy común de escuchar entre compañeros de escuela o colegio son los típicos sobrenombres o apodos. Estos, muchas veces son tan memorables que acompañan a las personas hasta la edad adulta reemplazando incluso a sus propios nombres. Sin embargo, este hecho que en primera instancia parece inocente puede ser perjudicial para la salud emocional de los infantes.

A través de las palabras y el lenguaje el niño elabora su autoconcepto, en el que se define como fuerte o débil, bajo, alto, inteligente, etcétera, por lo que etiquetar a un menor puede ser increíblemente fácil pero muy difícil de eliminar.

“A veces hay apodos dentro de la misma familia que son dichos de manera cariñosa, que no buscan lastimar, estos no afectan para nada la autoestima, y el niño se siente querido. Pero cuando hay señalamientos despectivos sí hay secuelas”, destaca Evelyn Brachetti, psicóloga clínica y educativa.

“Hay personas que lo tomarán de acuerdo a quién se lo dice y cómo se lo dicen. A ciertos niños no les va a afectar escuchar los sobrenombres no así a otros que son extremadamente sensibles, especialmente cuando son señalamientos negativos respecto a su físico o manera de ser”, agrega la especialista.

“El niño es un ser inmaduro emocionalmente, por lo que, los motes generan repercusiones en la autoestima y hacen que se pregunte: “¿Es verdad esto que dicen de mí?”. Y, a medida que crecen, desarrollan una visión distorsionada de sí mismos, rechazándose y a veces aislándose. Con el tiempo, estos comportamientos tienen un impacto en el desempeño de las habilidades sociales”, explica Ana María Plata, psicóloga.

Recuerde que los apodos hirientes o denigrantes no se deben decir a los pequeños porque no solo afectan su autoestima sino que podrían ser el primer paso al bullying escolar.

Cómo ayudan los padres

  • Identifique conductas extrañas: problemas de rendimiento escolar, falta de apetito, dolores de cabeza, aislamiento social, entre otros.

  • Converse siempre con sus hijos sin juzgarlos y validando sus emociones.

  • Investigue en la escuela, cómo es su comportamiento, si tiene amigos o no, etc.

  • Trabaje en la resiliencia y la autoestima de los pequeños.

  • Enseñe en casa el respeto y la empatía entre hermanos y familiares. Y recalque que los motes tampoco deben decirse a los compañeros de la escuela.