Andrés Herrera modelo ecuatoriano en el exterior
Su base en la actuación le permite versatilidad a la hora de posar.Foto: Cortesía

Andrés Herrera, el ecuatoriano que está conquistando la moda internacional

De cajero pasó al modelaje. Hoy, después de Taiwán, Corea, Turquía y Dubái, se consolida como una promesa internacional.

Andrés Herrera salió del suburbio guayaquileño con una certeza que no siempre logra nombrar, pero que carga desde entonces: el deseo de abrirse camino más allá de Ecuador. Tenía 19 años cuando tomó su primer vuelo a Taiwán, el país que él recuerda como su “primer boom”.

Ahí, este modelo de 1,88 de estatura, aprendió a madurar a una velocidad que aún le sorprende. Entre rascacielos y calles que no hablaban su idioma, empezó a trabajar sus primeras fotos internacionales.

Después vinieron Corea, Turquía y actualmente Dubái en donde está trabajando con Bareface Model Agency. Cada lugar le va dejando una marca distinta, una cultura que absorber, una nueva forma de disciplina.

Pero lo que más destaca en él es su versatilidad ante la cámara. Eso lo ha llevado a campañas que marcaron hitos personales, como Levi’s, Giordano, Skechers, pero ninguna como la que vivió en Corea cuando, entre treinta aspirantes, fue el único en quedarse con un casting para Louis Vuitton en una presentación VIP. Ahí entendió, con la seguridad vibrándole en el pecho, que lo suyo iba en serio. “No importa lo mucho que esté temblando por dentro, mente en blanco y vamos a hacerlo”, dice. Esa determinación es parte del motor que lo impulsa a buscar su próxima meta: Milán Fashion Week, y más adelante, Nueva York.

Andrés también carga con los sacrificios silenciosos que exige el modelaje. El gimnasio como rutina innegociable, una dieta que él mismo estructura gracias a los estudios que tuvo en nutrición, y el equilibrio mental para no perderse en la comparación constante. Lo dice sin rodeos: “Tratar de estar siempre en tu 100 % es muy complicado”. Habla también de su paso por un inicio de anorexia, un tema casi tabú en la industria masculina. Ahora viaja ligero, pero jamás sin lo que de verdad importa: sus hábitos, su disciplina y la certeza de que la autenticidad es su verdadero diferenciador.

En diálogo con EXPRESIONES relata desde aquel barrio que lo vio crecer hasta las capitales donde ahora camina entre creativos, castings y directores. Andrés ha aprendido que el éxito no solo se celebra tras modelar para una gran marca: también en ese instante íntimo en el que llamas a casa para decir que lo lograste.

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Andrés ha trabajado para campañas de moda hasta skincare.Foto: Cortesía

De cajero a modelo internacional 

¿Cómo empezó en el mundo del modelaje?

Yo trabajaba de cajero en un supermercado. Recién había salido del colegio y necesitaba trabajar. Un día llegó un chico del staff de castineras y me preguntó si era modelo. Le dije que no, y me dijo: “deberías serlo”. Me pidió mi Instagram y a los dos días me escribió para un casting de Deprati.

¿Fue al casting?

Sí, y una semana después me llamaron para decirme que había quedado para la campaña. Me dijeron cuánto pagaban y yo no lo podía creer. Me volví loco.

¿Sin haber estudiado modelaje, cuál cree que fue su diferenciador?

Me guío por la base de la actuación, es algo que estudié en mi adolescencia con Lucho Aguirre. Tengo mucha expresión corporal y eso creo que gusta a las marcas.

¿En qué momento decidió salir del país?

Me llegó una oportunidad por casualidad hace un año: hice una campaña con una chica que estaba firmada con Talent Model Management. La agencia vio mis fotos y me contactó. Ellos consiguen contratos en distintos mercados del mundo.

¿Cómo fue esa primera entrevista con ellos?

Increíble. Yo pensaba que me mandarían dos semanas a un país y regresaría. Pero no, ellos me explicaron que tenía que hacer contratos de 3 o 4 meses sucesivos para ganar experiencia.

¿Cómo es vivir en el exterior siendo modelo?

La agencia cubre todo. Además, siempre hay convivencia entre modelos. La mayoría de latinos son brasileros. Mi ventaja como ecuatoriano ha sido la altura: allá los modelos van entre 1,84 y 1,86, y yo en cambio, 1,88 . Además de mis rasgos. Dicen que tengo un mix de rasgos asiáticos con latino.

¿Siempre fue seguro de su apariencia?

Para nada. De niño me molestaban porque tenía los ojos grandes; me decían “Mr. Bean”. Pero ahora lo valoro muchísimo. Me encanta cómo me veo. La seguridad y la humildad son claves.

Además de su estilo y esencia ecuatoriana, ¿qué no puede faltarle antes de un casting para lograr un sí?

Depende del mercado. A veces te dicen que no solo porque buscan otro perfil. Pero si buscan alguien como tú, ahí necesitas dar un diferenciador y eso es ser tú: tu autenticidad, tu seguridad. Las marcas valoran eso. No quieren un modelo que dude, que no sepa ni moverse o preguntar.

¿Cuánto tiempo se queda en cada país?

Depende. Este primer año fue para ganar experiencia y hacer book. Son mercados más pequeños comparados con Europa o Estados Unidos, así que aquí se construye la base.

¿Cuál es la meta que lo mantiene avanzando?

Mi primera gran meta es llegar a Milán Fashion Week, ya estoy enfocado en febrero. Después quiero dar el salto a New York Fashion Week y seguir creciendo a nivel artístico. También me ilusiona mucho la actuación… algún día quiero estar en Netflix.

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