
Anahí Ortiz: entre el ajedrez y la medicina, moviendo piezas y sueños sin parar
La ajedrecista quiteña reflexiona sobre sus torneos más duros, su disciplina diaria y su amor por el deporte que la define
El tic-tac del reloj de ajedrez y el leve crujido de las piezas sobre el tablero marcan el inicio de la concentración total para Anahí Ortiz. Antes de cada torneo, la ajedrecista quiteña sigue una rutina casi ritual: medita, revisa aperturas y estudia a sus posibles rivales.
“Me gusta el mindfulness, me ha servido mucho para controlar mis emociones, los nervios y llegar tranquila a la partida”, cuenta. Cada entrenamiento es parte de un proceso constante, no solo para afinar sus habilidades y fortalecer su memoria a corto plazo, sino también para desarrollar paciencia y autocontrol. “En el ajedrez, cuando pierdes, siempre tienes que levantarte y seguir, a veces sin ganas, pero siempre avanzar. Lo considero una regla de vida”.
Su amor por el ajedrez nació cuando tenía ocho años, gracias a su padre. “Mi papá jugaba ajedrez en la universidad y nos inscribió a mi hermana y a mí en un curso del Club de Ajedrez de la Concentración Deportiva de Pichincha. Mi hermana no continuó, pero yo sí, porque me gustaba entrenar con mi profesor y además tenía amigos en el club. Después de seis meses entrenando, gané un nacional de mi categoría y los instructores empezaron a decir que tenía talento”, recuerda.
Desde ese momento, el ajedrez se convirtió en una parte esencial de su vida.
Entre dos amores
Hoy, a sus 24 años, Anahí combina su pasión por el ajedrez con los últimos semestres de Medicina en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, y su internado en un hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
“El horario es pesado, no hay vacaciones y hago guardias de 24 horas cada cuatro días, pero estoy aprendiendo mucho”, dice. La joven describe que lo más difícil al inicio fue adaptarse al ritmo del hospital, especialmente en emergencias, pero añade: “Pongo en práctica todo lo que he aprendido en la carrera y, aunque es desafiante, me encanta”, cuenta.
No obstante, a pesar de las exigencias que impone sobre su tiempo la medicina, Anahí ha tenido un 2025 destacado en el ajedrez. En febrero participó en un torneo zonal en Perú, con rivales de Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador, y terminó en segundo lugar. “Solo perdí con la gran maestra Deysi Cori, campeona mundial sub-20, y después gané todas las partidas. Fue una experiencia que me hizo darme cuenta de que estoy progresando”, comenta.
En mayo, en el Campeonato Continental Femenino en México, nuevamente subió al podio y terminó segunda. “Con ese torneo logré mi última norma de Gran Maestra y alcancé mi máximo rating. Además, clasifiqué a la Copa del Mundo y soy la primera ecuatoriana en hacerlo dos veces”, dice orgullosa.

Luchar por su deporte
Anahí destaca la importancia del entrenamiento diario. “Antes preparaba los torneos solo un mes antes, pero ahora entreno todos los días. Incluso una hora diaria vale más que entrenar a full solo un mes antes, porque lo que entrenas se refleja meses después”, explica. Su práctica incluye analizar a sus rivales, sus aperturas y sus fortalezas y debilidades, para formar estrategias personalizadas para cada partida.
Pero más allá de sus logros, Anahí busca motivar a otros, especialmente a niños y jóvenes, para que se acerquen al ajedrez y descubran todo lo que pueden descubrir. “Es un deporte que cualquiera puede aprender. No es aburrido; cuando entiendes cómo jugar, se vuelve muy divertido y, además, ayuda con la memoria, la toma de decisiones y el cálculo”, asegura.
A pesar de su entusiasmo, lamenta la falta de apoyo gubernamental: “El Ministerio del Deporte no ofrece apoyo especial para el ajedrez. Es decepcionante, pero toca seguir adelante”, señala.
Añade que, idealmente, Ecuador debería tener un programa de alto rendimiento que prepare a los jugadores más jóvenes de manera permanente. “En India, por ejemplo, es una estrategia que ha funcionando muy bien”, cuenta.
En los próximos meses, su objetivo es el Campeonato Nacional, que otorgará un cupo para las Olimpiadas de Ajedrez en Uzbekistán, programadas para septiembre de 2026. “Quiero ser Gran Maestra Absoluta y, al mismo tiempo, aportar al país mediante este hermoso deporte”, afirma.
Los grandes desafíos
Entre sus recuerdos más intensos en el tablero, Anahí destaca las partidas y torneos que más desafíos le presentaron. “Mi primera participación en las Olimpiadas fue un torneo muy significativo porque representaba al país a nivel absoluto; la presión era enorme porque todo Ecuador estaba observando mis partidas. También recuerdo el Campeonato Continental, donde hasta la última ronda todo se decidió y tenía que ganar para quedar en algún lugar del podio. Mi rival era superfuerte, y pensé: si no fuera tan difícil, no valdría la pena; tenía que intentarlo al máximo”, relata.
Estos momentos, dice, han sido fundamentales para forjar su resiliencia y su capacidad de concentración bajo presión.
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