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Las sesiones gratuitas de Zoom solo permitían 40 minutos. Pasado ese tiempo se creaba una nueva.Cortesía

La ‘zoom party’, entre lo más recordado del confinamiento

Este miércoles son dos años de la cuarentena por la COVID-19.  Se pusieron de moda las fiestas virtuales y juegos en línea.

“Esto durará dos semanas y volveremos a la rutina”. Esa frase más de un ecuatoriano la dijo aquella noche del 16 de marzo de 2020, cuando el entonces presidente Lenín Moreno anunciaba el inicio de la cuarentena por casos de COVID-19 en el territorio nacional. Sin embargo, el confinamiento se extendió por cinco meses, aunque el periodo más estricto con toque de queda rígido fue de 49 días, hasta el 4 de mayo de ese año.

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Michael Cruz, un guayaquileño de 33 años que residía en Quito, recuerda que días previos al confinamiento adoptó a un gato, que le ayudó a enfrentar el encierro, pero con el paso de las semanas se inclinó por hacer otras cosas que quizá nunca se hubiese imaginado, como jugar en línea. “Nos tocó ver las formas de compartir entre amigos. Descargamos el juego Parchís y pasábamos horas de horas jugando. Era una adrenalina pura que nos entretenía en esos días terribles por la pandemia”, dice Michael.

Descargamos el juego Parchís y pasábamos horas de horas jugando. Era una adrenalina pura que nos entretenía en esos días.

Michael cruz, pasó la cuarentena en Quito.

Este juego se hizo muy popular en el confinamiento, con cerca de tres millones de descargas. Pero no es lo único que los más jóvenes recuerdan. También están las famosas fiestas virtuales. Los viernes en la noche, no faltaban las sesiones en Zoom para “tomar un trago” a la distancia. Yanina Cabrera recuerda las largas horas de conversaciones a través de videollamada y las conexiones en el ‘Expreso Party’ organizado por este Diario a través de Instagram. “Fue algo fabuloso. No podíamos conversar hablando, pero escribíamos en el chat y todos leían. Era emocionante ver cuando intercambiábamos mensajes con nuestros amigos conectados”, recuerda Janina.

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El encierro hizo que muchas personas se dediquen a aprender ciertas actividades por las que tenían un gusto, algo que por el trabajo o estudio no podían hacer antes. Hacer ejercicios quizá fue la promesa más común, pero que pocos cumplieron, porque “el hambre era más fuerte”, y ahí la razón por la que muchas personas dejaron salir a flote la pasión por la gastronomía.

La cuarentena nos generó ansiedad y las ganas de comer algo distinto a cada rato, lo cual me llevó a que un día me haga cargo de la cocina.

Gregorio Bajaña, aprendió a cocinar en la cuarentena.

Gregorio Bajaña comenta que pasar en casa todo el día le generaba ansiedad y se aburría de comer lo mismo. Un día optó por explotar su gusto por la cocina. “No es que cocinaba como un chef profesional, pero el primer plato que hice fue un encocado de pollo y me quedó muy rico. Aparte ayudaba a mi mamá, que ya no sabía qué más cocinar”, relata sonriendo.

Las historias de amor también se recuerdan. Juan es un joven de Cuenca que pagó 160 dólares por un viaje en taxi desde Cuenca a Quito para visitar a su enamorada luego de dos meses de encierro, en los que no había vuelos ni transporte interprovincial habilitado, solo los clandestinos.

¿Quién se iba a imaginar aquello? Nadie, creo. Es la experiencia más fuerte que me ha pasado como mujer y como madre.

Daniela sangurima, dio a luz en su domicilio.

Otra es la de la familia Panchana-Sangurima. Ellos tuvieron que recibir a su segunda hija en la puerta de su domicilio a las cuatro de la mañana, en una ciudad que parecía fantasmal por el toque de queda y con hospitales cuyas restricciones para ingresar eran extremas. Hoy, dos años después, Daniela Sangurima asegura que lo ocurrido aquella madrugada de un lunes fue un milagro de la vida. “¿Quién se iba a imaginar aquello? Nadie, creo. Y aún más en el confinamiento. Es la experiencia más fuerte que me ha pasado como mujer y como madre”.