Xiomara y 9.000 mas

Estudian en la universidad o acaban de graduarse allí. Trabajan, si es que pueden, en lo que sea, pues el mercado laboral de sus áreas está saturado. Son veinteañeras.

Y son deudoras.

Cada una le debe entre 20 y 50 mil dólares al Estado, que financió sus estudios con las mismas tasas y (supuestas) facilidades que un banco. Aunque Xiomara Martínez (24 años, madre soltera, desempleada) me autorizó citarla con su nombre, las demás aparecen con uno ficticio, por protección. Se llaman Valeria (22), que destina el 90 % de su sueldo a la deuda; Diana (21), que gana al mes $200 menos de lo que debe pagar por cada cuota; y Doménica (24), que prefiere no graduarse para que no empiecen a cobrarle.

Habla Xiomara: “Mi deuda es de US$ 22.000; no he podido pagarla. Soy de Santa Elena, estudié en Guayaquil, viví en un cuartito. Si la refinancio, mi deuda será de $44.000, a 15 años. Quiero pagarla, pero al buscar trabajo aparece registrado (en el Ministerio) un Impedimento Laboral Activo y entonces se me cierran las puertas”.

Ese círculo vicioso afecta a más de 9.000 deudores de crédito educativo. Y si bien el Gobierno tuvo un gesto de cordura, la Asamblea archivó el proyecto de ley que condonaba los intereses de mora.

Gesto pequeñito, en todo caso, que no es suficiente porque no mira el problema en su hondura social ni en su drama cotidiano. Como sociedad alentamos a los chicos a tener un título; en las universidades los empujamos para que cumplan sus metas como sea; y en los bancos los engañamos con las facilidades de pago. ¡Y después los humillamos registrándolos como deudores! Así de chiquito es el Gobierno; así de torpe la Asamblea; así de indolentes somos todos.

Pero si fueran 9.000 indígenas, o 900 taxistas, o 90 empresarios, o 9 banqueros les condonaríamos todo: hasta los delitos que cometen en nuestras narices. Solo que ellas no son indígenas, taxistas, empresarios ni banqueros. Son apenas jóvenes. Se llaman Xiomara, Diana, Doménica o Valeria. No se llaman Carlos Slim. Son Xiomara y 9.000 más. Tan endeudados hoy como ayer estuvieron aferrados a sus sueños.

Y si tú eres otra Xiomara, ¿#cómotellamas?

’Son apenas jóvenes. Se llaman Xiomara, Diana, Doménica o Valeria. No se llaman Carlos Slim. Son Xiomara y 9.000 más...’.