El vivo criollo

La viveza criolla es una deformación cultural que aqueja a la mayoría de los latinoamericanos, mediante la cual, quienes la practican pretenden obtener una ventaja con el menor esfuerzo. Los encontramos en todos los estamentos de la sociedad; los hay de cuello y corbata, como el caso de los del feriado bancario, esos que se encuentran en el exterior, disfrutando del dinero mal habido; los hay con sotana, esos que mantienen inversiones y bienes ocultos, que falsifican títulos o cargos, llevando una doble vida; los hay con uniforme, a estos los encontramos por las carreteras del país, buscando pingües ganancias, so pretexto de no multar por “supuestas” infracciones; sobre todo los hay en cargos burocráticos, los de la revolución ciudadana, donde lo primordial fue enriquecerse velozmente, a través de la coima, el chantaje, la venta de cargos o el remate de contratos y/o concesiones mineras o petroleras.

El vivo criollo invade y vende terrenos ajenos, roba luz y agua auspiciado por grupos políticos conformados por otros vivos criollos, que ofrecen obras a cambio de votos.

El vivo criollo encuentra terreno fértil en sociedades gobernadas por populistas mafiosos, donde el irrespeto y la indiferencia por el bien común son normas fundamentales de comportamiento; la ética y la moral no son más que principios arcaicos.

Evadir responsabilidades endilgándoselas a terceros, sumados al principio de “divide y vencerás”, llevado a categoría de máxima de comportamiento; junto a la desconfianza y el individualismo como herramientas que les permiten a los vivos criollos mantener distraída la atención del pueblo, mientras se embolsican el dinero del Estado, son características de los países tercermundistas, en los que el votante irresponsable, el que lo quiere todo gratis, es el principal causante y víctima del sistema, porque lo pierde todo gracias a la corrupción y pobreza, características de los países gobernados por vivos criollos; viéndose luego en la necesidad de emigrar a países donde la viveza criolla es condenada, donde los vivos criollos no gobiernan, sino que están en la cárcel.