Albán Borja. Carlos Sánchez  dedica 10 horas diarias a este oficio. En otra época del año vende frutas.

El empleo se viste de Papa Noel

A dos de ellos la crisis económica los impulsó a encarnar al personaje. Esta es una época donde el empleo temporal crece.

Él es famoso en las redes sociales. En esta época circulan los memes del Papá Noel del Albán Borja de Guayaquil. Carlos Sánchez lo desconoce. No tiene celular, ni computador.

Son las 07:00 y no se percata que se lo observa. Está en la panadería de su barrio, en el suburbio. A su andar saluda con todos y de los cuatro panes que compra regala uno al barrendero de Puerto Limpio, quien está en su faena de dejar sin basura la cuadra.

El acto generoso permite ver una de sus cualidades, da regalos aunque no le sobra el dinero. Cuando no viste de Papá Noel es un vendedor de fruta.

Cruza la calle 29 y recién ve a la periodista. Se disculpa por no invitarla a ingresar a su casa: “Vivo en una covacha construida en el patio. Ayer todo se mojó con la lluvia”, dice.

Hay que hablarle en voz alta para que escuche y camina con dificultad, pero no por la edad, tiene 58 años.

Hace 21 años una tarima se derrumbó sobre él, eso lo puso entre la vida y la muerte. Ese día un partido político, que ya no existe, entregaba juguetes. Su tarea ese día era entregar volantes. En ese entonces no vestía aún de rojo entero. Empieza a encarnar a Papá Noel recién hace seis años, tras una recomendación de su amigo el payaso Toletín.

Le gusta el papel que hace, está en él más de 10 horas diarias. Después de cumplir con el centro comercial, va a entregar juguetes en una fiesta privada. Comenta que con ese contrato ($ 60) tendrá para pagar un año de factura de agua.

Sin vanagloriarse por ser un Papá Noel inclusivo, expresa que también tiene un deseo navideño: “me falta la campana del personaje. Son caras y no he podido comprar una. ¡Quiero una!”, dice.

La vida de Carlos indica que es un Papá Noel real. Él acepta lo que la persona le pueda pagar por un show, es el primer regalo navideño que les da.

El equipo periodístico ahora se mueve a la ciudadela de La FAE. Allí está Leonel Coello, quien muestra la furgoneta en la que hace expreso escolar de enero a noviembre. Pesa más de 300 libras, tiene 53 años de edad, de ellos ha dedicado 20 al personaje de la Navidad.

Antes de ello fue un visitador médico, perdió su trabajo en la época de la crisis económica que provocó un feriado bancario en Ecuador (1998 - 1999).

“Aceptar el trabajo de ser Papá Noel fue mi tabla de salvación. Fue mi tío quien me dio la idea y los contactos”, relata.

Considera que no cualquiera puede ser el viejecito de la Navidad. Mientras conversa, mentalmente regresa al día en que una pequeña le dijo: “Solo quiero que hables con Diosito y le digas que me devuelva a mi mami”.

La voz se le quiebra, su mirada se humedece a la vez que actúa como si tuviera a la niña entre sus brazos. La besa en la frente, la abraza y tiernamente responde: “No puedo...”.

Regresa al diálogo y destaca que hay momentos en que el jo, jo, jo toma un matiz diferente, sobre todo cuando se puede cumplir con el deseo navideño.

Vuelve a vivir una escena en su mente mientras relata.

Entre decenas de niños se destaca un caballero que le dice: “Soy emigrante y mi hija en su carta a Papá Noel pidió pasar esta fiesta conmigo. He venido desde Italia hasta Guayaquil. Voy a llamar a mi casa. Por favor sácame de tu saco rojo cuando mi hija esté aquí”.

El pedido lo “emociona” y más el abrazo que se dan padre e hija.

Las anécdotas no terminan. Entre risas y nostalgia recuerda cuando su hijo mayor, siendo un niño, llega a la escuela y con emoción exclama: ¡Soy hijo de Papá Noel, podré pedir muchos juguetes! Pero eran días de la crisis económica en el país, había presupuesto solo para la comida. Allí el verdadero valor de un regalo está en el amor que siente quien lo da.

Hasta aquí son dos historias, donde la crisis económica del país los convirtió en Papá Noel. Pero, hay quien lo hace por profesión. Jaime Vallejo es director de teatro y actor en programas de televisión. Tiene 50 años de edad, cinco de ellos como Papá Noel.

Jaime aprecia el papel, los niños son portadores de energía y sentimientos nobles. “¡Imagínese! Uno se acerca y dice: solo quiero que tú seas feliz. No me pidió juguetes, eso cala profundamente en el corazón”, indica.

Él también habla de los pedidos que no olvida: “Papá Noel, tráele un novio a mi mamá”.

“Ayúdame para que mi papá no maltrate a mi mamá”.

“Habla con Dios, mi amigo tiene cáncer y no quiero que se muera”.

“Deseo que toda mi familia haga las paces”.

Carlos, Leonel y Jaime no viajan en un trineo, lo hacen en Metrovía o en carro propio. No viven en el Polo Norte, están en una ciudad cálida. Son historias que resaltan la bondad de una época del año donde se consigue empleo temporal.

Los eventos

“Los shows pueden generar más dólares”

“Si solo se cuantifican las inversiones de los centros comerciales y de empresas privadas que hacen shows navideños en el país, se superan los $ 5 millones. Y eso que hay espacio para generar más dinero”, dice a Diario EXPRESO Néstor Balbuena, director de Multitalentos, coreógrafo y músico.

Balbuena es un experto en organizar la llegada de Papá Noel por el río Guayas o por helicóptero. Es quien recorrió Estados Unidos buscando los globos gigantes para el desfile que se hizo en Guayaquil. Allí el Municipio invirtió $ 40.000 y la empresa privada $ 120.000.

Dice que su empresa tiene Papá Noel triple AAA, se cuida todo detalle en el traje y va con un elenco. “Son personas con altos valores éticos y morales, además de tener dotes para actuar. Un ejemplo es Fernando Gálvez, actor y da terapia con caballos a niños con discapacidad. La Navidad tiene su brillo, que se debe saber ponerla en escena”.