Escena. Los peatones no pueden evitar mirar hacia arriba, en la 9.

La vista en alto en una zona acordonada

No es una zona minada, mucho menos de desastre. Pero, la cinta amarilla advierte el peligro de transitar por un tramo de la arteria principal de Guayaquil, donde peatones y conductores pasan con temor.

No es una zona minada, mucho menos de desastre. Pero, la cinta amarilla advierte el peligro de transitar por un tramo de la arteria principal de Guayaquil, donde peatones y conductores pasan con temor.

Tras el terremoto que sacudió al país, el pasado sábado, varios puntos de la avenida 9 de Octubre permanecen señalizados por las afectaciones que sufrieron algunas edificaciones. Pero es el tramo comprendido entre las calles Chimborazo, 9 de Octubre y Chile, el que más eleva la mirada de quienes cruzan el sector a pie o en carro.

“Ahorita vengo a ciegas y choco con esto (cinta de peligro). Me estremecí, sentí muchas cosas, tuve que retroceder y darme la vuelta”, comenta Francia Rivera mientras ve cuál es el edificio que, en las noticias, escuchó que se había afectado por el sismo.

La caída de una pared de su casa, en la calle Portete, acrecentaba más sus nervios, igual que los de Isabel González. “Me dijeron que no pase por aquí, porque ese (edificio) estaba virado. El temor subsiste”, confiesa la mujer, preocupada también por un hijo que está de voluntario en Manta.

Juan Porras también mostraba preocupación por el edificio El Cóndor, uno de los más antiguos de la zona y donde funciona un conocido colegio de la ciudad. “Vengo a preguntar si tienen algún plan de contingencia, para ver si hay un sismo dónde van a estar ubicados los estudiantes”. En el sitio estudia su hija de 12 años.

Una docente de la entidad, que prefirió no identificarse, advirtió que ya se están haciendo las reparaciones en los pisos afectados y que las clases se abrirían con normalidad.

Una tranquilidad que -ayer- comenzaron a tener la docena de locales comerciales que debieron cerrar las puertas, para prevenir alguna desgracia.

Desde el domingo hasta el pasado miércoles, el sector estuvo acordonado, por las grietas y caída de mampostería de algunos de los nueve edificios que están de ese lado de la 9. Lo que generó el cierre temporal de los locales del sector y con ello pérdidas económicas.

“Hay mucha pérdida, porque justo estábamos con precios de oferta, lo que bajó las ventas”, contó Deysi Véliz, vendedora de un local de electrodomésticos del sector. A diario, venden un promedio de 4 a 6 mil dólares. Ella y algunos de sus compañeros ganan por venta. PVC