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Inconformidad. En las redes sociales se viralizan videos de grupos de personas castigando a presuntos delincuentes en las calles del país.GUSTAVO GUAMAN

La violencia, una respuesta para establecer la armonía

La justicia por mano propia debilita a las instituciones. Expertos señalan que las crisis exacerban el malestar colectivo. Las personas están molestas

El descontento ciudadano empeora. A la par que se registran múltiples robos y asesinatos en el país, también consta la necesidad de las personas por castigar a los presuntos delincuentes. Sin embargo, desde la perspectiva legal y sociológica, esto solo denota un problema aún mayor.

La última década, según la psicóloga clínica, Daniela Ziritt, quien es también docente de la Universidad San Francisco de Quito, ha dejado “muchos problemas sociales sin resolver”. La falta de acciones estatales en ámbitos como el trabajo, la educación y la salud genera inconformidad y, sumada a la violencia estructural, “nos ha llevado a tomar la decisión de hacer justicia por mano propia”.

Asegura que la agresividad es una manifestación de otros problemas; en este caso, de vivir en la intranquilidad. Y muestra su preocupación por el hecho de que “hemos empezado a normalizar la violencia, consideramos que es parte de la relación social”.

Recurrimos a la violencia para buscar la paz en la sociedad. El fin no justifica los medios, nunca.

Daniela Ziritt, psicóloga clínica. 
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Sin embargo, hay ciudadanos que lo ven de otra forma. Mirna Ochoa sostiene que “no queremos lastimar a nadie, solo darle su merecido”. Asimismo, indica que “la policía no siempre llega cuando debe” y que “debemos actuar cuando podemos”. Al igual que Mirna, el ciudadano Alex Miño considera que los policías no tienen una respuesta efectiva y añade que “si los delincuentes no se controlan cuando roban o matan, ¿por qué nosotros sí?”. Además señala que “lo único que queremos es darles una lección y que se vayan presos”.

Por su parte, el constitucionalista André Benavides explica que “este tipo de acciones ratifican la grave crisis que hay en diferentes instituciones como la judicial” y agrega que la violencia indica que “la gente ya no confía en la justicia”.

ESTADÍSTICAEn 2021 el país tuvo 1.959 asesinatos y 2.214 robos a personas, según los indicadores de Seguridad Ciudadana del Ministerio de Gobierno.

No obstante, hace hincapié en que la justicia por mano propia no está permitida en la Constitución y que “si mañana quemas a un tipo que ha robado, te tienes que enfrentar a un proceso penal”. Aclara que bajo ninguna circunstancia está justificada la tortura de una persona por ser delincuente.

Esta desconfianza que describe Benavides también se refleja en las estadísticas. Por ejemplo, una encuesta realizada por Click Research, a inicios de enero de 2022, muestra que el 83 % de los habitantes de Quito y Guayaquil no confían en la justicia ecuatoriana. Y consideran que la inseguridad es el mayor problema que sufren las ciudades.

Si los policías no llegan cuando deben, también tenemos que actuar cuando podemos para defendernos.

Mirna Ochoa, ciudadana.
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Por otra parte, Benavides bosqueja los ejes que podrían, al menos, reducir este fenómeno. Uno de ellos es que el ciudadano pueda acceder a la justicia “porque en muchos casos la Fiscalía más cercana queda a dos horas y eso provoca que se sientan en la indefensión”.

Otro, según Benavides, es que los jueces sean eficientes, ya que “si un proceso dura seis meses y te dan sentencia en tres años, ¿qué confianza tienes de la justicia?”. Por último, Benavides recalca que la corrupción sigue siendo un problema transversal en el sistema judicial y que mientras existan jueces que cobren coimas, no habrá confianza.