Escenario. Sujetos llegaron en un carro y en moto para arremete contra la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
Escenario. Sujetos llegaron en un carro y en moto para arremete contra la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).Carlos Klinger

La violencia atrinchera a ciudadanos y policías

El asesinato de cinco uniformados y más de nueve atentados avivan el sentir de inseguridad. El  Gobierno baraja estrategias de seguridad

El ataque consecutivo contra la Policía atrinchera la seguridad nacional. Solo durante la madrugada del 1 de noviembre, en Guayaquil y Esmeraldas se registraron nueve atentados con explosivos en diferentes sectores de estas dos provincias; casi de forma simultánea. Paralelo a estos hechos, también se registró el asesinato de dos agentes policiales que patrullaban las calles 17 y Cuenca, en el suburbio de Guayaquil. Según el comandante de la Policía Nacional, Fausto Salinas, sujetos a bordo de un automóvil dispararon contra la vida de los oficiales.

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A estos hechos, se sumó el asesinato de tres agentes policiales, subiendo a cinco el reporte que dio el Ministerio del Interior de los uniformados que fueron acribillados durante la mañana y tarde del 1 de noviembre de 2022. Dos de ellos fueron abatidos mientras patrullaban el sector María Piedad, en el cantón Durán, provincia del Guayas. El tercer gendarme murió luego de que la Unidad de la Policía Comunitaria, ubicada en las calles 14 y Pedro Pablo Gómez, fuera blanco de un grupo de antisociales que detonaron sus armas contra la UPC. En este hecho se reportaron dos oficiales heridos; uno de ellos falleció.

Juan Zapata, ministro del Interior, refirió a este Diario que como estrategia de seguridad, “ante los hechos de violencia perpetrados, se dispuso reagrupar las UPC y (tener) patrullas combinadas”. Indicó que, hasta las 16:00 del 1 de noviembre, los trabajos de inteligencia ya arrojaban resultados. Se refería a la captura de 10 personas sospechosas de perpetrar los atentados contra la Policía Nacional.

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Este escenario de violencia despierta desesperación entre los habitantes, quienes consideran que la seguridad está en poder de las bandas delictivas y no de la Policía. “Ellos no están jugando. Están más armados que los mismos policías. Mire cómo les ponen bombas para asustarlos”, comenta Mirella, de 51 años, quien reside en la ciudadela Alborada, en el norte de Guayaquil, donde se registró, en horas de la madrugada, uno de los seis atentados perpetrados el 1 de noviembre en Guayaquil.

Mirella continúa y dijo a EXPRESO que el mensaje que quieren dar las bandas delictivas a la Policía es claro: “Ellos son los que mandan y tienen el poder. Nos tienen viviendo con el Jesús en la boca”.

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Muestra de ello, las medidas improvisadas que se toman en las Unidades de Policía Comunitaria (UPC), en el sector Nueva Prosperina. Allí, según los agentes policiales que se encuentran en una UPC, ubicada en el sector de Socio Vivienda 1, que fue baleada durante la madrugada del 1 de noviembre por seis antisociales, se han colocado sacos de arena y vallas metálicas junto a las ventanas y puertas de ingreso, para prevenir los ataques. “El sector es conflictivo. Ya hoy balearon la UPC y nos dejaron sin puerta. Por eso colocamos los sacos y las vallas hace meses. La orden es jerárquica para nuestra seguridad”, contó un oficial de la Policía Nacional, quien pidió no ser identificado.