No a la violencia

He podido observar el video de la agresión efectuada por los estudiantes del colegio Juan Pío Montúfar de la ciudad de Quito, contra un grupo de policías. Simplemente inaceptable y deplorable. No existe justificación para proceder de dicha manera, contra todo principio moral y legal, de respeto, orden y disciplina.

Me solidarizo con el ministro de Educación y el Gobierno en la medida tomada para normalizar las actividades del referido centro de educación; hago llegar a los policías y sus familiares mi apoyo a la labor que desempeñan y el repudio a los actos vandálicos de que fueron objeto.

El Ministerio de Educación es el ente rector del Sistema Nacional de Educación y el ministro es la máxima autoridad, siendo su obligación aplicar la normatividad legal con ecuanimidad, imparcialidad y objetividad, en todos los sectores y subsectores, público (fiscal) y particular (privado).

En el sector fiscal o público, debe velar por la correcta utilización de los recursos materiales, humanos y financieros, y dentro de ellos, se encuentra la movilidad y ubicación de los profesores, de conformidad a las necesidades propias de cada institución, sin atentar contra los derechos de los actores del sistema. El reubicar profesores que han sido declarados en exceso en el colegio Montúfar, no vulnera sus derechos y no es obligación del ministro pedir consentimiento o socializar las medidas tomadas en uso de sus atribuciones.

Las medidas de separación definitiva del colegio en el área educativa y el enjuiciamiento penal por los actos vandálicos y delictivos, deben ser aplicadas en todos los casos de faltas graves, incluyendo el consumo y expendio de drogas en las instituciones, para restaurar el orden, disciplina y respeto a la ley, tan echado de menos en los establecimientos educativos.

La permisividad y los criterios sesgados de determinadas autoridades están causando benignidad en estos y otros casos, ocasionando mucho daño al sistema.

Así como se les enseña a reclamar los derechos, se debe obligar a cumplir las obligaciones a padres e hijos. Se cosecha lo que se siembra.

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