Verdi y su opera tragica

Verdi y Margherita iniciaron una familia. El 26 de marzo de 1837 tuvieron una niña llamada Virginia. El 11 de julio de 1838 tuvieron un niño: Icilio Romano. Pero la tragedia se cernió sobre la familia. En agosto de 1838 una rara enfermedad atacó a Virginia de 16 meses y la llevó a la muerte. Verdi y Margherita estaban destrozados. Llegaron a convencerse de que Busseto era el nido de toda su mala suerte y se marcharon del pueblo. Llegaron a Milán la noche del 8 de setiembre de 1838. Pero la ópera trágica personal de Verdi continuaba. En octubre de 1839, cuando se preparaban los ensayos de Uberto, Idilio Romano, su hijo de 15 meses enfermó gravemente y los doctores nada pudieron hacer por el niño, que murió luego de tres semanas de enfermedad, el 22 de octubre. Verdi luego escribió que “el pobre pequeñín murió lánguidamente en los brazos de su completamente desolada madre”.

Cubierto de deudas y de un inmenso dolor, Verdi y Margherita se las ingeniaron para seguir adelante y en 1839 encontramos a Verdi con una ópera presentándose en La Scala, tres más comisionadas y un contrato con un gran publicista: la famosa casa Ricordi. Los Verdi pensaban que la mala racha estaba superada. Con 12.000 liras aseguradas, dinero ingresando por sus publicaciones, pensaban pagar sus deudas y tener ciertos ahorros. Añoraban a sus hijos fallecidos pero podían tener otros que trajeran felicidad al hogar.

Pero a la tragedia de la vida de Verdi le faltaba aún su tercer acto. Verdi inició el trabajo de su nueva ópera: Un giorno di regno y por el 12 de junio de 1840, cinco meses después de la premier de Uberto, Margherita se enfermó súbitamente. Se le diagnosticó fiebre reumática. Su padre Anonio Barezzi llegó de Busseto el 18 de junio, una hora antes que Margherita fallezca.

Verdi estaba desesperado, cerca del colapso. Más tarde escribió: “Un tercer ataúd salió de mi casa. Estaba solo. ¡Solo! En el corto espacio de 22 meses tres personas amadas habían desaparecido para siempre. Ya no tenía una familia. Y en medio de esta terrible agonía, estaba obligado a escribir una ópera “buffa”. ¡Una ópera cómica!”.

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