Venezuela, la queremos democratica
La Unión Europea tiene una afinidad con todos los países de América Latina, sean de derecha, centro o izquierda. Son los vínculos históricos, los valores compartidos, su cultura, entre otros sentimientos, los que fortalecen esta cercanía. Que la región figure en pocas ocasiones como prioridad alta en la agenda europea no debe interpretarse como una falta de interés en ella, por el contrario, es una buena señal ya que, son las razones menos positivas las que llevan a un país o zona geográfica a ser objeto de discusiones al más alto nivel en Bruselas.
Sin embargo, en los últimos meses se habla mucho de América Latina. No debería sorprendernos que eso tenga que ver con los recientes acontecimientos en Venezuela. Acontecimientos que nos ponen tristes, que demuestran que un país que antaño se consolidó como uno de los pioneros del continente ahora se haya desplomado al punto de llevar a sus ciudadanos a buscar refugio, alimentación y medicinas en los países vecinos. Podemos tener más o menos simpatía por uno u otro gobierno, no juzgamos. Pero cuando consideramos tener suficientes alertas de irrespeto a las reglas básicas de la democracia y de violaciones graves de los derechos humanos fundamentales, no podemos callar.
Consideramos que las elecciones en mayo del año pasado en Venezuela no fueron ni libres, ni transparentes y, por esta razón, carecían de legitimidad democrática. En este contexto, la Unión Europea y sus Estados Miembros no participaron en la investidura de Nicolás Maduro el 10 de enero y dieron su apoyo pleno a la Asamblea Nacional, en particular a su presidente Guaidó. La gran mayoría de Estados Miembros reconocieron a Guaidó como presidente interino, según lo contemplado en la Constitución de Venezuela.
Es importante mencionar que la Unión Europea no tiene la autoridad de reconocer a los Estados, esto sigue siendo una prerrogativa nacional, es decir, de sus Estados Miembros según sus propias reglas. Sin embargo, esto no quiere decir que la Unión Europea no tiene una posición común. Al contrario, todos los 28 países se pusieron de acuerdo para establecer un Grupo Internacional de Contacto compuesto por países de la región, así como países europeos. Este Grupo fue establecido con el objetivo de contribuir a la búsqueda de una solución democrática y pacífica a través de elecciones presidenciales libres y transparentes.
El apoyo de Ecuador en esta iniciativa es de gran valor y muy apreciado por la Unión Europea, así como su papel de observador en el Grupo de Lima, al igual que la UE. Esta participación demuestra un cambio importante en la política externa del país. Citando la Carta de Conducta promovida por el presidente ecuatoriano Jaime Roldós, conocida como la doctrina Roldós: “No se puede invocar la soberanía para justificar la violación de los derechos humanos”, el canciller Valencia demostró que una vez que se evidencia una violación tan obvia de los derechos humanos en un país hermano, Ecuador tampoco puede callar.
Los acontecimientos del sábado 23 de febrero no dan mucha esperanza, pero seguimos trabajando confiados en que ya sea por los esfuerzos del Grupo Internacional de Contacto, la presión del Grupo de Lima, las sanciones que se están multiplicando, u otra iniciativa que no sea militar se pueda llegar a la organización de elecciones, acompañadas de observadores internacionales que garanticen un proceso verdaderamente democrático que refleje el deseo de la mayoría de los venezolanos.