Venezuela en su laberinto
Venezuela vive horas cruciales en un conflicto político que parece entrar en una fase decisiva para recuperar la democracia gracias a la intervención internacional.
Es que el apoyo directo de varios países al interinazgo de Juan Guaidó como líder de un posible régimen de transición es un momento sui géneris en la historia de este país hermano, donde el gobierno ha podido neutralizar a sus más acérrimos opositores, que lograron convocar en las calles a miles de sus compatriotas en contra del presidente Nicolás Maduro, pero que no pudieron mover los cimientos del chavismo.
Lamentablemente, las víctimas de esta pugna de poder son los millones de venezolanos que han tenido que huir hacia múltiples destinos movidos por la crisis económica y social que vive esa nación, donde el apoyo militar es clave para perpetrarse en el poder, una vez que la cúpula ha manifestado su respeto a la Constitución vigente y, en consecuencia, su apoyo al régimen establecido.
La presión contra Venezuela llega, no solo por lo político y diplomático, sino también por lo económico, una vez que Estados Unidos congeló activos de la petrolera venezolana por siete mil millones de dólares hasta que Guaidó tome el control total, mientras corre el plazo de ocho días que le dio la Unión Europea para que se anuncien nuevas elecciones presidenciales.
Y es precisamente en ese tema donde existen más dudas, ya que, como están las cosas, no se sabe hasta qué punto se pueda garantizar un proceso electoral transparente, pero sobre todo pacífico.
Lo ideal y urgente sería una salida negociada entre las dos partes, con el fin de llamar a elecciones vigiladas por organismos internacionales para que sea el pueblo el que elija su destino sin ninguna clase de presión interna ni externa.
Esto es lo que el Grupo de Lima deberá analizar en su reunión del 4 de febrero en Canadá, al margen de que el apoyo de Rusia al madurismo atice aún más el panorama frente a las advertencias norteamericanas.
La historia ha enseñado que el unilateralismo radical no es la vía indicada para conseguir acuerdos, por lo que no hay más tiempo que perder ante el número de víctimas mortales que ha dejado el enfrentamiento entre ambos bandos. Mucha sangre ha corrido por las calles bolivarianas y ya es hora de alguien que lo detenga.