Venezuela, hora cero
Venezuela está viviendo su hora cero como país. Es una situación dramática, pero, sobre todo, paradójica. El gobierno que había llegado al poder, décadas atrás, a través de las elecciones, se ha vuelto ilegítimo. Y la legitimidad, a la que una vez juró respetar, no existe, porque solo se mantiene por la represión y la censura una vez que perdió su derecho al poder. No estamos ya en las situaciones políticas de años anteriores por más que el poder militar y la voluntad de destrucción de Maduro y sus secuaces continúen, e incluso, se vuelvan más represivas. Juan Guaidó ha sido reconocido como presidente interino legítimo de Venezuela por la mayor parte de los países del continente americano, por el Grupo de Lima y la OEA, y recientemente por el Parlamento Europeo.
En esta hora difícil es necesario hacer el reconocimiento a quienes han permitido un cambio dramático en la situación de opresión y violación de los derechos humanos, que parecía hasta hace pocos meses, imposible de revertir. La oposición venezolana es la primera que merece reconocimiento por haber limado diferencias y por tener, en las difíciles condiciones en que se encuentra, un frente interno y externo organizado. Guaidó es el símbolo de esta unidad.
Los EE. UU. merecen ser reconocidos por su compromiso consistente y sin titubeos al nuevo gobierno de Venezuela. No solo es una lucha por el retorno de la democracia y de la legalidad, sino la salvaguarda de más víctimas inocentes, evitando que el problema interno se vuelva un conflicto regional de impredecibles consecuencias. En igual condición está el Grupo de Lima, la OEA, su secretario general y demás países del continente que han optado por la defensa de la democracia y de la dignidad humana.
No han estado a la altura de estos tiempos difíciles los países y personas o representantes de Estados que al declarar como único horizonte posible la negociación, no entendieron o no quisieron entender que no se llega a acuerdos con mafias organizadas, sino que primero se les quita toda legitimidad y se les deja sin alternativas.