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Venezuela en la encrucijada

En ámbito mundial, los medios de comunicación colectiva dedican hoy el interés de sus páginas internacionales al análisis de la situación venezolana y sus inquietantes derivaciones.

Cuando más de cien días de protestas en las calles de todas sus ciudades, con el alto sacrificio de también más de cien manifestantes muertos, son el trágico antecedente de lo que puede suceder este domingo, es de esperar que el Gobierno asuma responsablemente la realidad del repudio popular a su inconstitucional convocatoria a una Asamblea Constituyente, calificada por la fiscal general, ahora en la oposición, “como búsqueda de un cheque en blanco”, y la suspenda.

Precedida por una huelga de 48 horas que culminó ayer con un saldo de nuevas víctimas, la situación se ha vuelto especialmente complicada en Caracas, capital ahora aislada por la decisión de las aerolíneas con mayor frecuencia de vuelos de suspenderlos en razón de “limitaciones operativas”, eufemismo para señalar que ya no soportan ni las deudas impagas que el Gobierno mantiene con ellas ni las restricciones que “por razones de seguridad” les han sido impuestas.

Como factor que incrementa las tensiones de los que quieren abandonar el país frente a la incertidumbre de lo que pueda suceder, los funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos han recibido la orden de hacer que sus familiares abandonen Venezuela “debido a la crisis política y la violencia imperante”.

En ese clima, es ingenuo pensar que pueda fructificar el diálogo, dado que a consecuencia de los previamente cumplidos, ha quedado una sensación de frustración y engaño.

Por otra parte, con motivo de la convocatoria a Constituyente se han prohibido las manifestaciones y se amenaza con prisión de diez años a quienes persistan en realizarlas.

Así, el clima generado por el traslado de Leopoldo López, de la prisión de Ramo Verde a cumplir arresto domiciliario, no ha cobrado mayor significado en la posibilidad de una superación de la dilatada crisis que agobia a la patria del Libertador. Por el contrario, las evidencias de la alta polarización de las fuerzas contendientes hacen que los peores temores puedan convertirse en una indeseable realidad. De momento, como dicen los campesinos de esa sufrida tierra: amanecerá y veremos.

Lo que hoy suceda le concierne al Ecuador.