Vencer o convencer

Lo deseable y conveniente para el país, es sin duda clarificar el resultado electoral.

En una diferencia tan estrecha, en la que ninguno de los dos candidatos obtuvo un respaldo de al menos el cincuenta por ciento de votantes, se impone la revisión física de un porcentaje de las actas, con lo cual se demostraría la existencia o inexistencia de un fraude informático o de alguna otra naturaleza.

A lo dicho se agrega la poca o ninguna confianza que se tiene en el Consejo Nacional Electoral (CNE), cuyos miembros son parte o simpatizantes de Alianza PAIS.

Despejar sospechas del cuestionado y estrecho resultado se ha convertido en un imperativo, de lo contrario, el Ecuador vivirá los próximos días, meses o años, bajo la creencia de la mitad de ciudadanos, de que el Gobierno es ilegítimo, producto de una decisión forzada de una Función del Estado que debió demostrar algún vestigio de imparcialidad; al no hacerlo solo consiguió probar una real o supuesta parcialidad.

Políticamente creerán “los triunfadores” que lo que importa al final de cuentas es captar el poder, imponer criterios, tesis, disfrutar de canonjías, apoderarse del presupuesto y recursos del Estado y manejarlos como ellos piensan.

Todo eso no requiere otra actitud que no sea la de hacer lo que le conviene a unos, irrespetando derechos de los demás, lo cual es incorrecto e ilegítimo.

Los seres humanos tienen dos vías para establecer lo que se debe hacer o no hacer: la fuerza o la razón. Con la primera se puede vencer pero no convencer. Con la segunda, a través de la persuasión se convence.

Hay que escoger: vencer o convencer, de lo contrario solo se producirá una acentuada radicalización de posiciones, con un progresivo incremento de descontento o desobediencia de la sociedad civil, que terminará en una pérdida de la paz y tranquilidad social, generando una permanente conflictividad entre ecuatorianos y eso es opuesto a la finalidad de un Estado e inaceptable en cualquier gobierno.

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