La Universidad de Guayaquil

Sin coincidir en aquello de la restauración conservadora, proclamado por quienes desearían perpetuarse en el poder, puesto que consideran a la alternabilidad republicana como una deformación burguesa del ejercicio del poder, es evidente que en el mundo se dan algunas como oleadas y así, luego del viento fresco de la perestroika y el glásnost de las últimas décadas del siglo pasado o la elección de un afrodescendiente como presidente de los Estados Unidos, en las primeras décadas del presente siglo, el ciclo que se aproxima viene con malos presagios y convendría monitorearlo de cerca.

Para hacerlo bien, no tenemos en el Ecuador muchas instituciones nacionales dedicadas a ello. Sin duda, parte de la labor la deberían cumplir las universidades pero, los atentados a su autonomía les han secuestrado sus roles tradicionales y su silencio es la forma más practicada de hacerse notar. Lo que significa sumiso debería parecer inaplicable a universidad pero, en ocasiones ocurre.

Cuando se auguran cambios en la conducción de la vida nacional y la Universidad de Guayaquil, mi alma máter, va , el próximo año, a cumplir 150 años de existencia, grato sería saber que ha recuperado su voz. Realmente la extrañamos. Hace falta para romper la más intolerable de las monotonías: la que produce la mediocridad rampante y, por su clásica actitud trepadora, además audaz. Se oye cada cosa. Hay que plantear: ya basta. Si la administración de justicia es un desastre y ya vemos los jueces que tenemos, con las excepciones que confirman la regla, las facultades de derecho deben debatir sobre cómo cambiar tan lamentable situación. Por el estilo, antes de que las plagas del invierno, que cualquier rato llegan, las facultades de medicina deberían organizar foros para debatir sobre cómo actuar y visto lo ocurrido en el terremoto que azotó a Manabí y Esmeraldas, algo debe sugerirse respecto a las ordenanzas de construcción y la calidad de la obra pública. Si el campo va a ser retomado como objeto de la acción del Estado hace falta un buen plan de desarrollo rural y para lo que nos queda de mar, etc, etc...’.

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