Ultima “opera” de Verdi
En 1900, a Verdi, de 87 años, un amigo le preguntó cuál de sus obras era la favorita. “La que más quiero es la casa que construí en Milán para los artistas no favorecidos por la fortuna ni con la virtud de la frugalidad y el ahorro. ¡Pobres y queridos compañeros de mi vida! Créeme, ese hogar es realmente mi mejor ‘opera’ (obra).” Verdi se refería a “La Casa di Riposo per Musicisti”, que él construyó en la Piazza Michelangelo Buonarroti en Milán, en donde yace su féretro y el de su segunda esposa.
Inmediatamente luego de la “premier” de Falstaff, Verdi aprobó los planos y entregó 550.000 liras de oro a una cuenta especial para la construcción de la casa que se finalizó en 1889. La Casa Verdi, como la llaman los milaneses, fue inaugurada oficialmente en 1902, un año después de la muerte de Verdi. El maestro dejo en su testamento una suma para su mantenimiento. En la actualidad la ciudad de Milán y el Estado italiano la mantienen. Desde su inauguración en 1902, ningún cuarto se ha mantenido desocupado. De acuerdo con las instrucciones de Verdi, estaba destinada a ser habitada por: “ciudadanos italianos que hayan llegado a la edad de 65 años, que hayan practicado el arte profesionalmente y que se encuentren en estado de pobreza”. Miles de hombres y mujeres han terminado sus días en ella sin preocuparse por su manutención diaria. Actualmente hay 100 cuartos ocupados por 60 hombres y 40 mujeres, la relación que Verdi estableció en su testamento. Verdi también estableció el orden de preferencia para el ingreso: primero compositores, luego cantantes, después directores de orquestas, directores de coros y al último, integrantes de orquesta. Visitantes pueden escuchar al coro de “viejitos” en la Casa Verdi.
Permítanme hacer una gratuita comparación: Wagner construyó un santuario, un templo en Bayreuth para él mismo, usando la plata del Estado, para que las masas acudan allí a rendir pleitesía a sus óperas y a su genio. Verdi pasó los últimos años de su vida construyendo, con su dinero, una casa para los que llamó “mis queridos y pobres compañeros”. No digo más.