Hostales y hoteles, ubicados cerca del aeropuerto y de la terminal terrestre, en el centro de la ciudad y en Urdesa, ofrecen opciones económicas para los mochileros (promedio de 8 dólares la noche).

El turismo mochilero toma mas impulso

Alimentación. Los mochileros buscan huecas para comer, donde vendan almuerzos de $ 2,50 o un poco menos. Piden también combos económicos.

Se los ve aparecer cuando el semáforo se pone en rojo, listos para hacer alguna pirueta: un baile con el cuerpo pintado con tonos metálicos, lanzando fuego o tirando varias pelotas al aire sin que se caiga ninguna. Así se ganan el dinero que les permite viajar por el mundo, recorrerlo con la mochila al hombro.

Y cada vez llegan más y de todos lados. ¿Pero cuál es la importancia de este tipo de turismo? “Son clases sociales de poco poder adquisitivo, pero lo que lo convierte en positivo es el volumen y hemos crecido mucho”, revela Danilo Santa Cruz, quien dirige el Observatorio Turístico de Guayaquil.

Y cada uno de ellos gasta en promedio 35 dólares al día, una cifra menor si se compara con los $ 249 del clásico visitante nacional o los $ 303 de los extranjeros. Pero como van llegando más, es un turismo al que hay que prestarle atención.

Para Santa Cruz, esta es una muestra de que Guayaquil tiene un atractivo para este segmento. Lo ratifican quienes están en contacto con estos visitantes, pues aseguran que son ellos los mejores promotores de la ciudad. Graban con sus teléfonos los lugares que visitan y los suben a sus blogs.

Aunque está en investigación el número exacto de mochileros que llegan, hay cifras que permiten tener una idea y son las que provienen de las encuestas que se recogen en la terminal terrestre, el principal lugar de entrada de estos viajeros. De los entrevistados en el primer trimestre de este año, el 64 % pertenecían a este grupo. Y en el 2015, el 57 %.

Douglas Reyes, un mochilero que ha recorrido dos veces Sudamérica y que preside la Fundación Dukers, que surgió hace ocho años para promover el turismo de la ciudad, dice que las últimas estadísticas que maneja y que datan de hace cuatro años indican que en ese entonces llegaban unos 1.200 al mes.

Se trata de gente que busca aventura y que pasa por la urbe antes de ir a Galápagos o Baños, por ejemplo. ¿Y aquí que ven? Les gustan las áreas verdes, por eso piden conocer el Parque Histórico o inician su recorrido a la isla Santay en bicicleta, pero también van al cerro Santa Ana. Además son amantes del fútbol, lo que los lleva a los estadios de Barcelona y Emelec.

Quienes les sirven de anfitriones les muestran cómo usar la metrovía y los complacen en conocer los sectores populares, como los Guasmos y Bastión, cuenta Reyes.

¿De dónde vienen? Últimamente llegan en mayor número de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Inglaterra, Suiza y hasta de Israel, revela Evelyn Bautista, del hostal boutique El Manso. Y la lista sigue.