Los tsáchilas elaboraron un muñeco de barro. Este debe ser perfecto y estable para que no se mueva. Luego, en medio de cantos y curaciones, la figura fue enterrada, para que la reciba la tierra.

Tsachilas piden que la tierra deje de temblar

Los jóvenes también participaron de la actividad, como Pedro Calazacón, quien es aspirante a chamán y quiere que las tradiciones de la etnia sigan.

Fueron tres días de máxima concentración. En ayunas, sin dormir con sus esposas y libres de toda energía negativa, los sabios de la nacionalidad Tsáchila efectuaron la ceremonia a la To Ayan (madre tierra)

Ella, según los sabios tsáchilas, están reclamando su espacio. Eso es lo que traducen de las últimas afectaciones que golpearon al país. Para calmarla, los ponés (chamanes) hicieron una ceremonia especial, con la petición de que las tragedias paren.

Los miembros de la Asociación de Naturistas Tsáchila sintieron el llamado de aplicar sus conocimientos milenarios, como lo hacían sus antepasados.

En la aldea colorada se sentía paz. Solo se escuchaba el gorjeo de las aves y los enérgicos rezos en Tsafiki de los ponés. Con los brazos extendidos hacia el cielo, le imploraban a la madre tierra.

Compartieron sus brebajes ancestrales a la luz de las velas. De sus bocas, sobre ramilletes de montes medicinales expulsaban aguardiente. Buscaban en el humo del tabaco respuestas a lo que pasa en el mundo. Así fue el final de la ceremonia, el pasado miércoles.

Dos días antes, los chamanes pasaron horas de meditación en las que compartieron la ayahuasca (bebida ancestral alucinógena), que les proporcionó las esperadas visiones.

Los alimentos que compartían y los implementos usados en la ceremonia eran todos recolectados de la zona y cocinados sin condimentos, ni siquiera sal, para que su organismo no se “contamine”.

Dentro de la ceremonia se contempla que los participantes elaboren un muñeco de barro que se ha presentado en sus revelaciones y que al final lo entreguen a la To Ayan.

“No es como un rito que se hace en cualquier lado, es una ceremonia muy especial y ha sido exitosa. Con el paso de los días la tierra dejará de temblar. Hay que hacer tres ceremonias, como lo hacían antes”, reveló Manuel Calazacón.

“Los humanos tienen la culpa, por abusar de la madre tierra, que no habla”, sostuvo el chamán. “Construyen cerca de los esteros, a los años tiene que cobrar su puesto. Nosotros hacemos nuestra casa a 100 metros de los ríos y gracias a Diosito seguimos firmes, respetando a la madre tierra”.

Los participantes ‘curaron’ varios canutos de caña guadúa. Para medir su energía positiva, alineados con el Sol, los lanzaron con fuerza sobre una piedra. “Entre más se destroce, mejor”, afirmaron.

Al final, compartieron alimentos como palmito y plátano. Roberto Calazacón recogió las pepas del achiote que usaron para pintar sus cabelleras y cuerpos, para envolverlos en una hoja de plátano y colgarla en un árbol del mismo fruto. “No se debe dejar las cosas regadas en el suelo, porque si las pisas son energía que se destruye”, explicó. (F)