Trump,supremacismo blanco

El “supremacismo blanco” del que hace gala el presidente Donald Trump ha vuelto a manifestarse en su pronunciamiento del día martes en que anunció que los casi 60.000 haitianos que aún permanecen con residencia legal provisional en EE.UU. tienen 18 meses para abandonar ese país. En realidad, el beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) en que se amparaban les fue concedido a los haitianos que en 2010 se refugiaron en el país del Norte tras el terremoto que provocó la muerte de más de 200.000 personas y el desplazamiento de casi un millón de habitantes. La razón de esta disfrazada expulsión de la diáspora ahitiana del territorio estadounidense, según el Departamento de Seguridad Nacional, a través de su secretaria, Elaine Duke, sería que el número de desplazados en Haití ha disminuido en el 97 % y que “se han dado pasos significativos para mejorar la estabilidad y la calidad de vida de los ciudadanos y Haití puede recibir con seguridad a los ciudadanos retornados”. El diario Washington Post destaca que con esta medida, el gobierno republicano afianza su lema “EE.UU. primero”. Justificando que los estadounidenses reclaman que hay menos puestos de trabajo debido a la alta cantidad de extranjeros”. Pero observa que pese a las avances conseguidos gracias a la asistencia internacional, Haití sigue siendo una de las naciones más pobres del mundo, siendo la cuarta parte de la población que vive con menos de $ 1,23 al día, considerada de pobreza extrema. Pero eso es lo que menos le importa a Trump, en su ciega radicalidad, que quiere hacer del territorio de EE.UU. un búnker, al que no puedan acceder los latinos y especialmente sus vecinos mexicanos para quienes sigue en progreso su propósito de levantar un muro en toda la frontera. Y no tiene ningún empacho, en decir que tiene bajo observación al gobierno de Venezuela, al que ha aplicado ya drásticas y arbitrarias sanciones económicas y no descarta una intervención militar, calificada cínicamente de muy fácil, dada la cercanía del país sudamericano con la mayor potencia armamentística del mundo, sin explicitar motivos. ¿Cuándo lo ha hecho EE.UU., salvo para mostrar un desaprensivo cinismo, como cuando Irak o Afganistán? Pero la verdadera historia no canta los abusos del poder. Y su escritura es indeleble.