Ocio. Vista parcial del club Mar-a-Lago de Trump, en Palm Beach, Florida.

Trump felicita por Ano Nuevo a todos, incluidos sus “muchos enemigos”

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, deseó ayer un feliz Año Nuevo a todos los ciudadanos, incluso a aquellos que perdieron la pelea contra él y ahora “no saben qué hacer”.

Trump, que asumirá la Presidencia de EE. UU. el 20 de enero, utilizó la red social Twitter para publicar su mensaje.

“Feliz Año Nuevo a todos, incluyendo a mis muchos enemigos y aquellos que han peleado contra mí y perdido de tan mala forma que ahora simplemente no saben qué hacer. ¡Amor!”, tuiteó en su perfil.

El mensaje en el medio de comunicación preferido de Trump, cierra un año en el que venció, tras una arriesgada apuesta contra 16 rivales republicanos que buscaban ser el candidato de ese partido a la Casa Blanca.

Al igual que para Navidad, el magnate neoyorquino decidió pasar las fiestas de fin de año en su opulento club privado de recreo Mar-a-Lago, que se perfila ya como la Casa Blanca de invierno del nuevo presidente en la soleada Florida.

La rimbombante mansión, una adaptación del estilo hispano-morisco en la pequeña localidad de Palm Beach, saltó a la fama el pasado festivo de Acción de Gracias, que se conmemoró el 24 de noviembre, cuando Trump llegó con su esposa Melania y su familia a pasar unos días de descanso, por primera vez como el presidente electo.

El club, valorado en unos $ 100 millones, refleja el ostentoso gusto de Trump, con salas colmadas de mármol, piedra italiana, azulejos españoles, tapices flamencos, enormes candelabros colgantes, alfombras orientales y frescos europeos.

Pululan también el oro y el dorado, con paredes forradas con hojas del precioso metal, en el salón de baile estilo Luis XIV, e innumerables incrustaciones en columnas, escudos, lámparas, cuadros, jarrones, vajillas y mobiliario en general, como también en la grifería de los baños.

La llamada “Joya de la Corona en Palm Beach” es ahora trono de un Trump seguido de forma milimétrica por una tropa de seguridad del Estado y de periodistas. Allí, en conferencias de prensa al aire libre ha ventilado asuntos nacionales e internacionales, tal como lo ha hecho desde su victoria en la también dorada Torre Trump, de Nueva York, donde reside.

Bajo el placentero clima de Florida, los reporteros son testigos del ocio y desconexión del que disfrutan los socios de Mar-a-lago, que se pasean con bañadores frente a los salones donde se decide la composición del nuevo Gobierno de EE. UU. Se ofrece a los miembros a un costo anual de $ 14.000 y el pago de $ 100.000 de iniciación.

El magnate adquirió la mansión por $ 10 millones en 1985 para convertirla 10 años después en un negocio hotelero con 114 habitaciones con vista al mar o a la laguna Lake Worth, club de playa, spa y campos de golf, croquet, baloncesto y tenis.

Desde entonces no han faltado las quejas de vecinos y administraciones de este apacible pueblo de multimillonarios, descontentos con el ambicioso desarrollo turístico de Trump e incluso indignados con una enorme bandera de EE. UU. que sobrepasaba el tamaño permitido.

Trump también la ha emprendido contra las autoridades aéreas al considerar que el ruido de los aviones que sobrevuelan el club irrumpen su tranquilidad, pelea que se zanjó el mes pasado cuando retiró la demanda, mientras el Servicio Secreto estableció por esos días el desvío de las aeronaves por motivo de seguridad para el nuevo presidente.   EFE