A trompon limpio

cuando un régimen está a punto de fenecer, hay sacudones que lo conmueven, enfrentamientos que lo resquebrajan, venganzas que se expresan de manera abrupta y hasta violenta, y decaimiento obvio de liderazgos y protagonismos.

Las posiciones antagónicas no necesariamente salen a la superficie, sino que se mantienen en un nivel subrepticio, aunque disputando sus espacios, actuales y probables, de modo feroz y sin contemplaciones.

El nudo de la disputa al interior de las filas correístas parece estar dado por una desbocada carrera en busca de acompañar al candidato oficial con mejores posibilidades de disputar el solio presidencial. El más seguro “ungido”, Lenín Moreno, es visto como un gran prospecto para participar en la lid electoral, y a este carro quieren asirse varios personajes que, de una u otra manera, han conseguido ubicarse en posiciones relumbrantes dentro de la élite del poder.

Calculan los contendientes que, debido a las dificultades derivadas de su dolencia física, el presidenciable no dispondría de todos los factores e instrumentos que le permitan desenvolverse en una lid que, por sus características, exige facultades de sobra, en relación con las exigencias y avatares, y peor hacerse cargo de la dirección del mando.

Por otra parte, y a pesar de que el jefe de esa fuerza no tiene otra opción que decidirse por su exvicepresidente, da la sensación de que si este no demuestra total y absoluta prosternación, él puede resolver, como salida final, postularse para un nuevo período presidencial. Por eso estaría todo el tiempo pendiente, como amenaza, la posibilidad de que ese grupo “Ay Pame”, de aparente candidez política, consiga el número de firmas para que su líder “se sacrifique nuevamente por el futuro del Ecuador”.

Este panorama tendrá, con toda seguridad, sorpresas y candentes noticias. Y la opinión pública comprenderá que la lucha por el poder entre los “socialistas del siglo XXI”, no es sino una agria e inmisericorde disputa por canonjías, privilegios y “oportunidades”.

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