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Tres funciones se articulan para evaluar universidades

Para el 2 de febrero del 2019 se debe haber terminado el proceso de evaluación de las universidades y escuelas politécnicas del país, por parte del Caces.

Trabajo. Silvia Vélez, consejera del Caces, en los talleres realizados en la Universidad Ecotec, de Guayaquil.

El nuevo modelo de evaluación para las universidades y escuelas politécnicas del país, que será aplicado a mediados del 2019, resalta el equilibrio y la articulación que debe existir entre docencia, investigación e innovación y vinculación con la sociedad, como ejes centrales de la construcción de la cultura de la calidad.

Así lo dio a conocer ayer en Guayaquil Silvia Vega, consejera y presidenta de la Comisión de Evaluación Institucional del Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Caces). Lo hizo durante el inicio de varios talleres que se desarrollarán a nivel nacional para promover la elaboración del modelo de evaluación institucional.

En los talleres participaron profesores investigadores, estudiantes, trabajadores, directivos de las áreas de aseguramiento interno de la calidad y autoridades de los centros de estudio.

Rina Bucaram, docente de la Universidad Agraria del Ecuador, destacó la apertura del Caces al escuchar propuestas para incluirlas en el instrumento de evaluación. “En los modelos anteriores no se escuchó a las universidades sobre qué era lo que se podía evaluar”.

La calidad de las universidades desde la perspectiva del equilibrio y el cumplir bien las tres funciones sustantivas está determinada en el artículo 93 de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), que acaba de ser reformada.

Con ello se busca que lo que se investigue contribuya a mejorar las clases de los profesores, ayude a la sociedad a resolver sus problemas y a conocer su biodiversidad; que la vinculación con la sociedad presente problemas para ser investigados y que a la vez pueda nutrir a la docencia; y que los profesores y estudiantes puedan participar en todos estos procesos.

A diferencia del modelo de evaluación anterior, que tenía una mayor diversidad de criterios (6), el actual contiene tres funciones sustantivas, más una correspondiente a las condiciones estructurales relacionadas con temas como bienestar estudiantil, políticas de inclusión y acción formativa, e infraestructura de la universidad, en función de que estos aspectos aporten a los tres objetivos básicos.

Asimismo, el anterior modelo de evaluación incluía una serie de indicadores (número de docentes con PhD, publicaciones en revistas indexadas, etc.) que medían resultados. Ahora se busca medir de una forma más integral no solo los resultados, sino los procesos, la planificación y organización.

Con ello se quiere evitar que, a pesar de tener buenos resultados, una universidad se desvanezca cada vez que llegue una nueva autoridad, porque no tiene una estructura establecida y normas consolidadas.

El nuevo modelo deberá estar aprobado en febrero del 2019. Y la evaluación institucional se la tendrá que concluir en febrero del 2020.

La calidad, el objetivo principal

En el anterior modelo primó la evaluación con fines de acreditación y el aseguramiento fue el último eslabón dirigido a las universidades que no acreditaban. El nuevo momento tiene como eje central el aseguramiento de la calidad, en el que la evaluación diversificará el trabajo del Caces para producir la cualificación académica desde la propia naturaleza de las universidades, identificando nudos críticos y fortaleciendo sus cualidades, explicó Silvia Vega, consejera de la entidad.