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La tradicion lleva a los abuelitos a volar cometas

El parque Bicentenario y El Panecillo, norte y centro de la urbe respectivamente serán los escenarios del I concurso de cometas ‘Volando sueños en el cielo quiteño’, organizado por el Patronato Municipal San José.

Concurso. Los adultos mayores pudieron disfrutar del evento tradicional.

Esta tradición ha perdurado en Quito por décadas. El parque Bicentenario y El Panecillo, norte y centro de la urbe respectivamente serán los escenarios del I concurso de cometas ‘Volando sueños en el cielo quiteño’, organizado por el Patronato Municipal San José.

En el encuentro participarán adultos mayores del programa ‘60 y Piquito’, sus hijos, nietos, bisnietos, amigos y vecinos.

Este proyecto busca revalorizar la tradición de construir y volar cometas, así como fomentar la amistad y solidaridad intergeneracional.

Los talleristas de los Centros Especializados de Atención al Adulto Mayor (CEAM) de los sectores norte, centro sur y valles de la urbe apoyarán a los adultos mayores inscritos en el concurso, que como requisito importante tiene que usar materiales reciclados (papel, cartón) y el sigse.

Patricio Morocho, funcionario del Patronato, encargado de la organización, informó que se utilizará el sigse seco que ha cumplido su ciclo de vida. Estas ramas son recogidas por los adultos mayores durante sus salidas recreativas.

El primer premio será de 200 dólares, rubro que los adultos mayores destinarán a sus actividades recreativas y sociales; el segundo y tercer premio son entradas a las piscinas de El Tingo, museos, eventos artísticos y culturales. Si usted está interesado en elaborar su cometa puede inscribirse hasta el 20 de agosto de 2019.

El miércoles 21 de agosto se realizará en el parque Bicentenario y el viernes 23 en el Itchimbía, donde además habrá bailoterapia, una muestra de emprendimientos gastronómicos y se concluirá con una pambamesa con alimentos propios de la serranía como mote, choclos, papas, mellocos, entre otros.

La planta de sigse era utilizada para cubrir las casas, en especial los techos, siendo uno de los elementos indispensables en la Sierra ecuatoriana.

Sin embargo, poco a poco se fue perdiendo esta práctica con la aparición del zinc y la teja. Aunque también se lo utilizaba para armar las paredes o bahareque mezclado con lodo o chocoto. Sus flores se utilizaban para hilar la cabuya que se hacía podrir en estanques de agua.