Jaramijó. El miedo hizo que familias enteras durmieran en las veredas.

La tierra ha temblado 2.250 veces en 95 dias

Dos réplicas de 5,3 y 4,4 grados Richter disparan el pánico en Manabí.

Los manabitas y los esmeraldeños llevan viviendo 95 días de sobresalto, que crispan sus nervios y desatan las histerias.

Hasta ayer, en ambas provincias han ocurrido 2.250 movimientos sísmicos, todas réplicas del terremoto de 7,8 grados Richter del 16 de abril que nadie olvida.

Aunque ha habido movimientos imperceptibles, por su baja intensidad, los más fuertes han volcado nuevamente a la gente a las calles, como el de 5,3 grados Richter registrado el martes, a las 20:20, en las costas de Manta.

“Dios mío, se está moviendo todo nuevamente. Señor, ya no más por favor. Hasta cuándo vamos a seguir soportando esto”. Esas fueron las súplicas desesperadas de Omar Rosado, que con los brazos abiertos salió ayer de su casa y se arrodilló en la calle, en el barrio Honduras, en el sector Bajada Primero de Enero, en Jaramijó.

El reloj marcaba las 08:51 y era la segunda réplica fuerte, de 4,4 grados, de un total de cinco registradas entre las 18:00 del martes y las 09:00.

La otra réplica, que a él lo mantuvo en vela, fue la registrada el martes, a las 20:20, y que alcanzó una magnitud de 5,3 grados, según lo señalado por el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

Las familias del barrio, al igual que muchas en Jaramijó, decidieron dormir en las calles, bajo carpas improvisadas en las veredas, en las que colocaron los colchones.

“Estamos muy asustados. Anoche salí corriendo de la cama, escuché algo horrible que venía desde abajo de la tierra”, contó Omar Rosado.

Su sentir es similar al de Jessenia Delgado, del mismo barrio, que llora cada vez que la tierra tiembla. “Salimos de los callejones a la calle, porque nuestras casas siguen temblando como hamacas”.

Los temblores, por lo que ayer había mucha gente pernoctando en los portales en los barrios Miraflores, Buenos Aires, Tarqui y otros de Manta, como el pasado 10 de julio, obligó a la suspensión de las actividades en los centros educativos y nuevas inspecciones. En el barrio Ursa de Manta, dos cisternas se rompieron y derramaron sus aguas a la calle.