El terremoto y las ventanas rotas

No habían pasado unos minutos desde que el terrible terremoto sacudiera la costa el pasado sábado, cuando algunas personas en ciertas localidades (e.g. Portoviejo) iniciaban el saqueo de casas derrumbadas y almacenes, y arrebataban las pertenencias a ciudadanos que buscaban huir hacia las calles. Curiosamente lo mismo pasó en Antofagasta, en el terremoto de Chile unos años atrás, así como en los últimos disturbios de Baltimore. ¿Qué extraño sentimiento de falta de solidaridad y actitud delincuencial puede apoderarse de esas personas en un momento así? La respuesta quizá se explique por la Teoría de las Ventanas Rotas. Hace unos años un científico social realizó un experimento estacionando un auto en el Bronx, Nueva York, uno de los distritos más violentos del EE. UU. Aproximadamente dos horas después, el auto fue despojado de sus accesorios, rotas sus ventanas y dañado su interior arrancando cualquier cosa de valor. El científico volvió a hacer el experimento en el mismo lugar, y el comportamiento fue igual. Días después estacionó un vehículo de exactas características en Palo Alto, CA., uno de los distritos más exclusivos y de mayores ingresos del país, y en unas horas nada ocurrió. Luego él rompió una ventana del vehículo, y al poco tiempo pasó exactamente lo mismo que en el Bronx, el carro fue saqueado. Repitió muchas veces el experimento y el resultado fue exactamente igual. La conclusión de este experimento es que no importa el lugar, el comportamiento social es el mismo; si es que existe “una primera” ventana rota se desata el caos incontrolablemente. Este principio fue utilizado con mucho éxito por el alcalde Giuliani de Nueva York, disuadiendo las pequeñas contravenciones, para que las grandes felonías no se produzcan. Pero qué podemos aprender los ecuatorianos de esto: en una sociedad con claros valores no puede permitirse “la primera ventana rota” en circunstancias similares. Cada ecuatoriano debe ser el defensor de la ley y la democracia, impidiendo enérgicamente cualquier intento por aprovecharse del dolor ajeno. La indiferencia es la piedra que rompe la primera ventana.

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