Las secuelas que dejan las quemaduras o accidentes con explosivos perduran para siempre.

Temor, ansiedad y culpa, los traumas de la pirotecnia

Las secuelas que dejan las quemaduras o accidentes con explosivos.

A ‘Carlos’ (nombre protegido) aún le da pánico recordar el accidente en el que perdió el brazo izquierdo.

Era la tarde del 1 de enero de 2016 cuando el adolescente encendía pirotecnica, recuerda su papá. Había recogido los residuos de los monigotes que se quemaron esa madrugada en su barrio para hacer su propio explosivo. Cuando encendió los restos, su brazo explotó.

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Con su brazo amputado se arrepiente de haber jugado con pirotecnia y cuando alguien en la calle se lo queda viendo o le pregunta por la pérdida de su extremidad superior él explica cómo le pasó y recomienda no usar los explosivos. “De hecho, yo dejé de comprar pirotecnia”, dice su padre, quien debe hacer un esfuerzo para costear el tratamiento psicológico y las medicinas que recibe el joven para sobrellevar el trauma.

A Lili, de la provincia de Zamora Chinchipe, también tuvieron que cercenarle el cuerpo. Según los médicos, el día del acídente, ocurrido a inicios de este año, la niña se desplazaba con unos parientes en un auto en el que llevaban pirotecnia, en un momento esta se prendió y explotó llevando la niña la peor parte; después de varias semanas debieron cortarle la pierna.

Los traumas y trastornos físicos y psicológicos después de un siniestro por pirotecnia quedan latentes para siempre, tanto si las secuelas son visibles (quemaduras de piel, ceguera, amputación) o son psicológicas (el mal recuerdo, el miedo, la culpa), advierte el cirujano plástico Jaime Romero, responsable de la Unidad de Quemados del Hospital Francisco de Icaza Bustamante, donde atendieron finalmente a la pequeña, después de haber sido tratada en varios centros de salud.

Otras lesiones que quedan por el uso de la pirotecnia son pérdida de la audición, de la vista, del gusto, y la familia sufre en general, dice Romero.

El médico recomienda no permitir el uso de estos productos en niños pequeños, aun si son los chispeadores que parecen inofensivos. “Porque esas pequeñas chispas también pueden prender la ropa del niño y en su desesperación este va a correr y eso va a avivar la llama”, explica.

Para evitar estos accidentes se sugiere:

- No darle productos inflamables o explosivos a los niños.

- Mantenerlos bajo supervisión todo el tiempo.

- En caso de que exista fuego en la prenda de vestir, acostar al niño en el piso y hacerlo rodar para evitar que se propague y se siga quemando.

- Si sucede la quemadura, evitar colocar algún tipo de producto casero para “aliviar” las molestias, porque eso va a complementar un proceso de contaminación y con ello, un proceso de infección.

- Si tiene la costumbre de quemar el monigote, alejar a los niños de ese entorno y no permitirles que enciendan pirotecnia o la lancen cerca de los monigotes.