ASAMBLEA NACIONAL (32457549)
Sesiones. La sede de la Asamblea Nacional, en Quito, luce desolada desde marzo. Los asambleístas creen que se debe retomar actividades.Angelo chamba

El teletrabajo, casi una ‘mordaza’ en la Asamblea

Los legisladores cuestionan el manejo de las sesiones del pleno virtuales. No hay fecha para el retorno aunque se destaca un trabajo más constante

El contexto

La Asamblea Nacional está a menos de ocho meses de terminar su periodo. Desde marzo, las comisiones y el pleno han mantenido el formato virtual. Por esa vía, por ejemplo, se aprobó la reestructuración de la Comisión de Fiscalización y se aprobó el Código de la Salud.

Los puntos negativos superan a los positivos. Que la Asamblea Nacional se mantenga en teletrabajo luego de la finalización del estado de excepción es criticado por los propios asambleístas. Para ellos, o por lo menos para un grupo, la naturaleza del parlamento es contar con un lugar para debatir y exponer posturas e ideas.

Además, coinciden, cuando otras instituciones públicas ya están retomando actividades presenciales, la Asamblea también debería volver. Hasta la fecha, sin embargo, no hay una convocatoria ni una señal para el regreso a los curules.

EXPRESO conoció que hace varias semanas se envió una encuesta a los legisladores para conocer si están listos para regresar. No se ha expuesto los resultados de ese cuestionario.

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Elio Peña es el nuevo presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea

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Homero Castanier, asambleísta de CREO, considera que el teletrabajo tuvo puntos positivos pero hace falta el debate presencial y de frente. Eso se perdió con el teletrabajo. Legisladores que coinciden con Castanier consideran que la conexión virtual a las sesiones del pleno impidió que se cuestione a las autoridades y sus decisiones de continuar o suspender una discusión.

El asambleísta por Pastaza y parte del Bloque de Acción Democrática Independiente (BADI), Raúl Tello, es el más crítico. Para él, la alternativa fue válida durante los primeros meses de la emergencia sanitaria derivada de la propagación del coronavirus, pero también permitió ‘ligerezas’.

“En determinados proyectos se manejó a antojo de las autoridades el debate. No se concedió la palabra a los legisladores. Tampoco se permitió la apelación a la presidencia o el cambio del orden del día o hasta la aplicación de puntos de información”, reclamó.

La legisladora Gabriela Larreátegui también cuestiona la actitud de la Presidencia de la Asamblea Nacional. En comisiones, destaca, el teletrabajo funciona bien, pero en las sesiones de pleno hay limitaciones. “El presidente (César Litardo) puede suspender o cancelar la sesión sin tomar decisiones o votaciones y no hay nada que hacer. Algo que no podría hacer en modo presencial”.

En comisiones pasa mucho que los asambleístas se conectan y desaparecen.

Labriela Larreátegui, asambleísta por Pichincha

Héctor Yépez, asambleísta de CREO, considera que Litardo, por ejemplo, no habría podido suspender los debates para cambiar la comisión de Fiscalización si los 137 legisladores estaban junto a él en el pleno.

El segundo vicepresidente de la Asamblea, Patricio Donoso, es menos crítico con la efectividad del teletrabajo legislativo, pero coincide en la necesidad de trazar un plan ordenado de regreso al edificio de la Asamblea, en Quito. “Ya deberíamos plantear el regreso”, dijo a este Diario.

Claro que no todo es negativo. Dentro de los cuestionamientos a la modalidad virtual de labores también hay puntos que ayudaron a mejorar la labor de los 137 asambleístas. Las reuniones, dicen los parlamentarios, fueron más constantes.

El asambleísta independiente, Héctor Muñoz, cree que con el teletrabajo se acabaron las excusas para faltar o ausentarse. Destacó, además, que se pudo laborar más días que de modo presencial.

Esto porque la mayoría de asambleístas viven fuera de Quito y se movilizan cada semana para las reuniones de comisiones y del pleno. Eso, sin que sea una norma expresa, provocaba que no haya actividad los lunes y viernes. La Asamblea tradicionalmente trabajaba los martes, miércoles y jueves.

Ahora eso cambió y se puede convocar a una reunión cualquier día de la semana. Los viajes también son un tema a considerar. Wilma Andrade, asambleísta nacional por la Izquierda Democrática, explica que con las condiciones sanitarias actuales es complejo pedir que los legisladores viajen cada semana a la capital para reuniones presenciales. Es un riesgo, entre otros motivos, porque varios parlamentarios están en el grupo vulnerable por su edad.

Yépez agrega que con el cambio de modalidad se podría ahorrar gastos y hasta reducir salarios. Los asambleístas, dijo, podrían ganar salario solo por las reuniones y comisiones a las que efectivamente asistan.

Desde el lunes 14 de septiembre, por disposición de la Corte Constitucional acatada por el gobierno del presidente Lenín Moreno, finalizó el estado de excepción. Con la decisión de entidades como la Defensoría Pública y otras agencias estatales de atención ciudadana retomaron labores presenciales de manera limitada. En la Asamblea, sin embargo, no se ha informado nada al respecto.

Legislativo

Emergencia

Desde que se inició la emergencia, la Asamblea incrementó sus contratos por tecnología. Según el portal de Compras Públicas, se han adjudicado contratos por más de 293.000 dólares.

Gastos

La Asamblea Nacional ha gastado, entre enero y julio de este año, más de 28,2 millones de dólares. Esto representa el 51,40 % de su presupuesto para 2020 (54,9 millones).

Tecnología

El contrato más alto se publicó el 10 de julio y está en ejecución. Se trata de 146.631,90 dólares utilizados para la contratación del servicio de Internet.