Estación motriz. Es el punto de partida de los turistas hacia la cima. 18 cabinas de 470 kilos conducen a los turistas.

El Teleferico y una fachada que empana su belleza

Al cumplirse los 14 años de funcionamiento, EXPRESO recorre este atractivo turístico que empezó con 1 millón de visitas al año y que lucha contra el vandalismo.

El recorrido se inicia en la estación motriz, a 3.100 metros de altura. 18 cabinas suben y bajan a 5,15 metros por segundo los dos kilómetros y medio que separan la base de la cima... Miércoles, 10:00. La temperatura alcanza los 15 grados centígrados. Una mañana templada en el Teleférico de Quito; generalmente hace mucho más frío. El viento golpea el rostro, o cuando menos, la lluvia empapa la ropa. Y en este mes, en el que el atractivo turístico cumple 14 años de funcionamiento, este Diario recorrió su infraestructura y los alrededores.

Pero antes Renán Flores, gerente de operaciones de El Teleférico, pide a EXPRESO “no generalizar”. El teleférico es el teleférico, dice. Los alrededores, el Vulqano Park, los locales comerciales, peaje, escaleras eléctricas... pertenecen a Prostatus y otras empresas concesionarias que funcionan allí.

Primera parada, el peaje. Los autos se detienen, reciben una tarjeta y continúan a los parqueaderos. Hay quienes suben caminando. Ya al ingresar a las instalaciones hay un salón grande que está vacío; una pileta que no tiene agua; una plaza, que en sus inicios acogía a vendedores de algodón de azúcar y canguil, que luce desolada. Entonces, aparece el parque de diversiones Vulqano, concurrido por niños, niñas, adultos. Hay gente.

Más arriba, por un camino de adoquín que conduce al teleférico, se levantan unos locales -en los que antes se vendían artesanías- que están cerrados, con maleza y, en algunos casos, con fisuras; escaleras eléctricas que no funcionan.

Segunda parada. Aparece recién el Teleférico. [La infraestructura que los visitantes han recorrido hasta allí ha generado varias críticas: “Descuidado”, “mala impresión”, dicen Jaime Navarrete y Cristina Contreras]. Es día festivo. Hay más personas de lo habitual, hacen largas filas para acceder a las cabinas que las llevarán a los 4.050 metros de altura. Extranjeros han pagado 8,50 dólares. Nacionales, 4,90. Ojo, las mascotas también pagan. Un letrero advierte que “El Teleférico no se hace responsable de quienes salen del área de concesión (dice Flores: Desde la av. Occidental hasta unos 500 metros más allá de la estación a la que llegan los turistas. A la cima)”.

Mientras la cabina avanza, Flores recuerda que el proyecto fue inaugurado el 24 de mayo de 2005. “Era una locura, se trabajaba hasta las doce de la noche o una de la mañana. Incluso se vendían los boletos con anticipación”. Un millón de visitantes en 12 meses. Pero esta buena racha duró apenas dos años. ¿Por qué? Fue la “novedad”, confiesa el gerente. Ya entre 2007 y 2008 comenzó a estabilizarse el número de visitantes. Pasó de un millón a 300 mil personas al año. “Solo para el teleférico”, añade. Para entonces, los locales, el patio de comidas, habían dejado de funcionar. Aunque, dice Flores, “el tema de la comida nunca fue un fuerte”.

Esa cifra se mantiene al día de hoy, asegura el gerente de operaciones. Dos nacionales y un extranjero. Pero para los primeros ya no resulta tan novedoso subir y bajar las 14 torres del teleférico. Por eso, la empresa ha buscado la manera de atraer turistas con actividades: pista de down hill, parapente, cabalgatas, acampada, escalada en roca...

Tercera parada. Al llegar a la estación, una mujer con una gorra de lana en la cabeza dice: “¡Bienvenidos!”. Amable. A pocos metros, Viviana Arroyo, operadora, habla de las cabinas. Entran seis personas, pesan 470 kilos y soportan 400 más. Ella da seguimiento para emitir una alarma que anuncia a los operadores que hay personas de la tercera edad o con discapacidad, que requieren ayuda. También para controlar el funcionamiento cuando ocurren descargas eléctricas, el problema más común. Entonces, se detiene el recorrido para precautelar la seguridad de los visitantes.

En eso, un joven de unos 20 años salta una valla de protección para hacer una foto. “¡Hey, no puede hacer eso, retírese!”, le grita y continúa. Flores reconoce que no todos respetan los espacios. El vandalismo es inevitable. Han dañado las cabinas, cortan los asientos (y no hay cámaras). En los senderos escriben sobre las piedras. Los nacionales están en la mira, lamenta. 14 años de lucha. También de mantenimiento riguroso: los 365 días. Desde las seis hasta las ocho de la mañana.

A un lado está una especie de centro comercial: venden sánduches, café, snacks, y oxígeno: tres minutos, dos dólares. Y si quiere usar el baño también debe pagar. Sobre este hay una especie de habitaciones de hotel. “Esa era la idea original”. Pero no. Allí está la infraestructura sin funcionar. “Todo eso es de Prostatus”, dice el gerente operativo. Y prosigue. Por un sendero se observa el Rucu y el Guagua Pichincha, en todo su esplendor. Para llegar al primero toma al menos tres horas a pie; muchos se han perdido en el camino, por ello recomienda ir con guía pese a que hay señalética.

En los buenos tiempos del teleférico trabajaban al menos 90 empleados. Hoy solamente hay 32. Antes, la afluencia de gente hacía que se requiriera más operadores. Los días más concurridos son los viernes, sábados y domingos. Lo confirma María, una moradora de San Francisco de Cruz Loma, que vende chicles, caramelos, agüitas. Más allá, un hombre de la misma comunidad vende a un dólar las fotos con llamas.

- ¿Qué es lo más duro que enfrenta el Teleférico?

- “Supongo que el tema de presupuestos, precisamente porque el mantenimiento es bastante costoso -dice Flores sin mencionar cifras-”. Asegura que del ingreso anual, un 30 % está destinado a ello.

Pero tratan de levantarlo -o mantenerlo-. Aunque no hay promoción ni publicidad de este atractivo turístico, reconoce. Y cosas que podrían funcionar para atraer turistas están sin funcionar, como la iglesia de La Dolorosa, que abre solamente cuando hay un matrimonio o evento especial. Han querido suplantar aquello con un columpio gigante o caballerizas. La última parada.

Galo Hidalgo: “El proyecto requiere inversiones para recuperar su nivel”

Este Diario envió un cuestionario al gerente general de Mirkpas S.A. y Vulqano Park, Galo Hidalgo, quien indicó que podía despejar las dudas acerca del Complejo Teleférico.

- ¿Prostatus es la empresa encargada de la supervisión?

- Es el concesionario principal del proyecto y la encargada de las nuevas adecuaciones y búsqueda de inversión.

- ¿Qué empresa es la encargada del cuidado de los alrededores del Teleférico?

- Es la empresa concesionaria, la cual está concluyendo un acuerdo con la entidad rectora del proyecto el fideicomiso turístico Cruz Loma, que permitirá un mejor desarrollo del proyecto en su conjunto. Los dos atractivos principales del proyecto son el Vulqano Park y El Teleférico, operan de manera exitosa y segura desde el inicio de las operaciones.

- Al recorrer por las instalaciones hemos observado que la infraestructura está sin funcionar. ¿Qué ocurre?

Se ha ofertado el proyecto a una institución para un uso específico que permitirá en breve recuperar la belleza del proyecto de manera definitiva y sus alrededores.

- Las cabañas en las que inicialmente se vendían artesanías y comida están rodeadas de maleza, no hay atención; algunas paredes tienen fisuras...

- Es parte del acuerdo con el nuevo grupo de inversionistas que al igual que nosotros cree en el turismo nacional y extranjero y considera que el proyecto es realmente fantástico y requiere inversiones para recuperar su nivel.

- ¿Por qué se ha dejado deteriorar la infraestructura y cuál es su porcentaje?

- Es mínimo (el porcentaje). Corresponde a las áreas de artesanías y una plataforma superior, el resto del proyecto está destinado a ferias, convenciones con el uso frecuente y está en perfecto estado.

- ¿Desde qué año se han dejado estos locales comerciales (restaurantes, cafeterías, boutiques, etc.) vacíos y por qué? ¿Acaso no es rentable?

- Se cambió el plan inicial de uso de instalaciones por cuanto los subconcesionarios no obtuvieron los resultados esperados al igual que los promotores.

- ¿Existe algún plan para reactivar esta infraestructura (como la que alguna vez se pensó que podía ser un hotel) y toda la que no funciona por ahora?

- Es parte del nuevo plan de inversión.

- Desde hace catorce años cuando se inició este proyecto, ¿ha habido ganancias o pérdidas para Prostatus?

- Pérdidas.