Supremacismo extremo
El presidente Trump, como parte de su política migratoria supremacista y discriminatoria, dio a conocer la “regla” anunciada por la cual a la mayoría de migrantes que viajen por tierra para ingresar a Estados Unidos a través de la frontera con México se les negarán las protecciones del “asilo”, sin especificar las razones que se invoquen para ese “asilo”. La casi totalidad de migrantes latinoamericanos que lo invoquen no lo harán aduciendo persecución política sino violencia extrema, como en El Salvador y Guatemala, pobreza y falta de oportunidades ante las muchas expectativas que ofrece a cada quien su “sueño americano”, que en general se reduce a trabajos de muy bajo nivel pero bien remunerados, aunque esto esté poniéndose ya en tela de juicio por los propios trabajadores norteamericanos, que han comenzado a protestar por ese motivo. La medida se promulgó luego de que el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, canceló su participación en una reunión en la Casa Blanca programada con el fin de discutir una política similar, tras semanas de ser presionado para que firme un acuerdo de “tercer país seguro”, con el propósito de que hondureños y salvadoreños soliciten asilo en Guatemala antes de que puedan calificar para migrar a EE. UU. El plan prevé que quienes no lograron solicitar asilo en el primer país por el que pasaron en camino a la frontera suroeste de EE. UU. no sean protegidos. Sin embargo, quienes migran todavía tienen permiso para solicitar asilo en la frontera si tienen prueba de que pidieron protección y les fue negada en al menos un país que atravesaron. Lee Gelernt, subdirector del proyecto de los Migrantes de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) recriminó que la regla socava el compromiso legal y moral del Congreso con las protecciones de asilo. Pero la decisión de Trump ya está tomada y ha comenzado la redada de migrantes sin papeles por las “ciudades santuario”: Atlanta, Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Miami y San Francisco. Las iglesias protestantes y católicas de las ciudades afectadas abrieron las puertas para proteger a los sin papeles y sus familias, los nuevos desamparados y perseguidos de nuestra era, como en los mejores tiempos de la Iglesia y los peores de los Imperios. Ojalá no todo esté consumado.