Que sucedio realmente en Bolivia

Los acontecimientos en Bolivia siguen fluyendo de manera excepcional luego de la destitución del presidente Evo Morales. Puede haber o no elecciones libres y justas dentro de los próximos 90 días. Morales, con asilo político en México, puede volver a presentarse como candidato o buscar un retorno al poder por otros medios. La izquierda latinoamericana puede recuperarse de la caída de un ícono, o seguir perdiendo terreno. Las políticas de Morales, buenas y malas, serán derogadas por una oscilación hacia la derecha en Bolivia, no diferente de la reacción violenta reciente contra las autoridades en otras partes de América Latina, o lo sobrevivirán. Implicancias regionales de la caída de Morales, más allá de los detalles de su consumación: tras la ola rosa de América Latina -aproximadamente de 2000 a 2015-, muchos líderes emblemáticos de la izquierda fueron sacados del poder mediante el voto, o recurrieron a diversas estratagemas autoritarias para seguir ejerciendo el control. Una vez que terminó el ‘boom’ de las materias primas, y cuando estallaron escándalos de corrupción en varios países, muchos líderes o partidos de izquierda fueron expulsados sin demasiada ceremonia en Brasil, Argentina, El Salvador y Chile. En Venezuela, Nicaragua y Bolivia, la izquierda se aferró al poder a través de procedimientos cada vez más represivos y antidemocráticos. Con excepción de México, donde Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial en 2018, la izquierda ha venido retrocediendo en toda la región. La derrota del presidente Mauricio Macri a manos del candidato peronista Alberto Fernández en Argentina hizo renacer la esperanza de los partidarios de la izquierda en toda la región, y las manifestaciones masivas, aunque muchas veces violentas, en Chile desde octubre, frecuentemente vistas como protestas antineoliberales y como un clamor por un “camino diferente”. En este contexto, la caída política de Morales claramente cuenta como una derrota. Había durado más tiempo que cualquiera de los otros líderes izquierdistas de la región. Entonces, si los mecanismos electorales ya no bastan para reemplazar a un presidente que pretende quedarse en el poder, ¿cuándo un intento por removerlo a través de otros medios se vuelve legítimo? Cuando los dictadores asumen el poder por medios electorales y luego se aferran al poder a través de otros métodos, las cuestiones ya no son tan evidentes como parecían hace décadas. La caída de Morales fue generada por una combinación compleja de factores, de los cuales solo uno fue el pedido del ejército de que diera un paso al costado. Si el nuevo gobierno boliviano adhiere al cronograma previsto por la constitución y programa elecciones en el lapso de 90 días y si el partido de Morales proclama a otro candidato que no sea él, le asignará plena legitimidad al proceso. Si gana la oposición de centroderecha, intentará derogar muchas de las políticas y decisiones de Morales. Pero, Carlos Mesa, que habría peleado la segunda vuelta contra Morales si este último no se hubiera proclamado ganador en la primera ronda, no partidario de la extrema derecha. Morales seguirá intentando regresar al poder. Hacer que se aleje de la escena, a la vez que transfiere el poder de manera pacífica y democrática de un presidente a otro en el futuro previsible, sería un enorme logro.