La triste situación que vivimos todos los ecuatorianos será difícil de olvidar. Una revuelta que se salió de las manos del Estado, que quedó debilitado.

No hubo capacidad de liderazgo para establecer la paz de inmediato. Se desató una crisis social y un conflicto institucional, desatando el caos, la anarquía, la rebelión y desacatos por doquier. Mi padre solía decir que para una discusión se necesitan dos idiotas, el uno que agrede y el otro que contesta. Tenía razón. Lo más sensato es este tipo de situaciones donde impera el descontento social, son la prevención y la prudencia, factores claves. Si existen ratas en un lugar hay que exterminarlas de raíz. Aquí existen ratas de dos patas que huyen antes de ser atrapadas.

Un mandamiento divino nos dice “amamos unos a otros, como yo os he amado”, y no como lo que sucedió en nuestro país, que luchamos a morir hermanos contra hermanos.

Javier Valarezo