
El sismo es solo uno de los miedos en Jama
La imagen impacta. Viviendas destruidas, damnificados, aglomeración para conseguir alimentos y un ambiente de incertidumbre. Así luce Jama, en Manabí. Como en Pedernales u otros puntos de la provincia, el escenario actual es preocupante y el futuro es
La imagen impacta. Viviendas destruidas, damnificados, aglomeración para conseguir alimentos y un ambiente de incertidumbre. Así luce Jama, en Manabí. Como en Pedernales u otros puntos de la provincia, el escenario actual es preocupante y el futuro es incierto.
Mercedes Chila tiene miedo. La madre de familia de 45 años buscó refugio cerca del cementerio de la localidad pero el lugar le produce intranquilidad. “No sabemos si esta es la tumba de alguien”, menciona la mujer.
No es la única. Varios pobladores ascendieron al camposanto. Aseguran que es mejor permanecer ahí que regresar a sus casas. Muchos hogares tienen afectaciones considerables.
Chila reconoce que mantenerse en el cementerio es temporal. Llegaron ahí el sábado por la falsa alerta de tsunami pero las noches “son un suplicio porque un pestilente olor surca el ambiente”.
No es el único inconveniente. María Morales, cuñada de Mercedes, reconoce que teme dormir cerca de las “almas que penan en el cementerio”. Es difícil que mi familia concilie el sueño, admite, con la idea de los fantasmas rondando.
El único temor mayor al de los espíritus es el del hambre. Los víveres comienzan a generar conflictos entre los damnificados y las autoridades sortean soluciones. Ángel Rojas, alcalde de Jama, dijo que “están trabajando las 24 horas” pero el abastecimiento de alimentos es insuficiente.
En el mercado central de Jama se armó un centro de acopio y entrega de alimentos. El mayor del Ejército, Luis Velarde, indicó que las donaciones llegaron el lunes y desde ahí existe un retraso. “El domingo no tuvimos raciones alimenticias ni gente que nos ayudara a repartir”.
A la falta de productos se suma la irresponsabilidad de algunos moradores. La comida se entrega a las personas que hacen fila. Ese mecanismo, denunciaron a EXPRESO varios afectados, permite que una persona tome más de una porción. Velarde justificó la decisión señalando que el método fue escogido porque es veloz.
Nelly Bone, manabita de 40 años, tiene una mejor idea. Ella sugiere que la comida se entregue por familia y así se impide lo que ella llama “la viveza criolla”.
A los fantasmas, la falta de alimento y los temores que dejó el terremoto de 7,8 grados se suma el peligro de robo. Agnes Arteaga, cuyo padre murió durante el fenómeno natural, peleó a gritos, la mañana de ayer, con una mujer por un presunto hurto de ropa. La escena no es nueva. Los moradores aseguran que los saqueos son constantes.
Luego del sismo que, según estimados preliminares afectó al 85 % de las viviendas, se producen robos en las casas que fueron evacuadas. Yesenia Ganchoso, madre de 29 años, aclaró que hay patrullajes policiales pero pidió que improvisen un Puesto de Auxilio Inmediato (PAI) para mayor seguridad.
Todos los consultados coinciden, además, en la necesidad de certezas para el futuro. ¿Dónde vivirán quienes perdieron su casa? ¿Cuánto tiempo tomará la reconstrucción? ¿Cómo se recuperarán las vías que conectan a la localidad con el resto de la provincia? ¿Cuándo retornarán a la normalidad? No hay respuestas.