El sindrome de Down. Una leccion de vida

Con apenas 4 meses de nacida, mi bebita Noah fue atendida; tenía neumonía y me indicaron que era una niña con síndrome de Down. Como todo ser humano me derrumbé y no lo aceptaba. Decía: “¿Dios, por qué a mí? Si hay muchas madres que se drogan y llevan una vida bohemia y los niños nacen perfectos”. Pero en seguida me dieron ayuda psicológica profesional. Ahora agradezco a Dios porque tener un hijo Down no es castigo, es una lección de vida. Nunca olvidaré lo que me dijo una licenciada: “Señora agradezca que su bebé va a caminar, va a hablar, va a tratar de tener una vida normal; pero hay niños que están postrados, que nacen en una cama y mueren en una cama”.

Uno de los logros que ha tenido Noah es el movimiento de su cabeza gracias a las terapias físicas en el hospital Los Ceibos. Mi deseo es que ella sea independiente, para que pueda valerse por sí misma. Mi bebé me ha enseñado muchas cosas: que no hay obstáculos para nada. Hago un llamado a las autoridades del Ministerio de Salud para que me emitan el carnet de discapacidad y poder acceder al bono. Los niños con Down son muy delicados.

Diana Tamayo