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Seguimos cooperando

¿Seguimos cooperando?

En Santiago de Chile, durante una reunión que congregó a representantes de los países de América Latina con el objetivo de discutir sobre el futuro de la Cooperación Internacional, se llegó a la conclusión de que la necesidad de cooperar no se puede medir por el ingreso per cápita (PIB) del país. Sin embargo, en 2013, este criterio motivó la decisión de los Estados miembros de la Unión Europea para ‘graduar’ (es decir eliminar) a los países latinoamericanos de renta media alta de su cooperación bilateral.

Aunque la implementación de esta decisión fue postergada para Ecuador y sus vecinos, y nuestra cooperación bilateral sigue, la discusión sobre el futuro de la cooperación continúa teniendo una alta relevancia para el país. Con un liderazgo importante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se lanzó una fuerte campaña en contra de esta decisión. En el continente más desigual del mundo, esto no debería sorprendernos.

No es mi intención entrar en un debate sobre lo adecuada o no que fue esta resolución de la Unión Europea. No obstante, me parece importante destacar que seguimos comprometidos con Ecuador y todos los países de la región. Que continuamos cooperando, aunque sea de una manera diferente.

La situación global está cambiando y siempre es útil reflexionar sobre cuál es el valor añadido de la cooperación con Europa. Nuestra cooperación escucha a las voces de los ciudadanos a través de las organizaciones de la sociedad civil que reclaman un cambio positivo. En Ecuador, a través de las Organizaciones No Gubernamentales, apoyamos por ejemplo proyectos para la prevención de la violencia contra la mujer, la libertad de expresión, el fomento productivo de pequeñas y medianas empresas, así como los esfuerzos por cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En cuanto a la cooperación con los Gobiernos hemos empezado a trabajar con una nueva modalidad: como socios, enfrentando retos mundiales y como prestadores, ayudando con créditos favorables para los desafíos de infraestructura más grandes del país.

Nos hemos dado cuenta de que brindando asistencia para la mejora de políticas públicas, invirtiendo y transfiriendo tecnología, e intercambiando experiencias se obtienen resultados sostenibles a largo plazo. Por lo tanto, la Unión Europea ofrece asistencia técnica en ámbitos tan variados como: la seguridad, el cambio climático, la lucha contra la corrupción, la migración, la gestión de las finanzas públicas, entre otros. Nuestros expertos están y estarán a la disposición del país siempre y cuando el Gobierno solicite esta colaboración.

Por otro lado, cuando se trata de necesidades que requieren fondos que van mucho más allá de lo que la cooperación tradicional podría ofrecer, el futuro de la cooperación va gradualmente cambiando hacia préstamos con condiciones favorables. Por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones, el banco de la Unión Europea, tiene una presencia cada vez más grande en América Latina, y en particular en Ecuador, como lo refleja la visita de su vicepresidenta la semana pasada. Actualmente, esta instancia ha entregado préstamos con montos significativos en áreas como movilidad (Metro de Quito); agua y saneamiento; infraestructuras de reconstrucción en la provincia de Manabí; y en el sector de la educación profesional (remodelación de institutos técnicos y tecnológicos en todo el país).

No se puede negar que la cooperación de la Unión Europea está cambiando. Pero en este punto no se trata de dejar a un lado esta herramienta sino de procurar que siempre se encuentre adaptada a las realidades de hoy y del mañana.