No seamos zikateros ...

...destruyendo los criaderos. En efecto, siempre será una buena recomendación procu rar que un mosquito transmisor de cuatro enfermedades virales reduzca su población. ¡Pobre Aedes aegypti!, desde que el investigador cubano Carlos Finlay (gloria a su recuerdo) lo incriminó como transmisor de la fiebre amarilla, no ha parado su vinculación con otras patologías como el dengue, el chikungunya o ahora el zika. De ahí que todas las instrucciones que aparecen, cuando cualquiera de esas enfermedades adquiere características de epidemia, sean las de acabar con el mosquito.

Por supuesto, ni hablar de erradicación. En salud pública esa palabra tiene que utilizarse con mucha prudencia. Mantener la población de Aedes bajo control es más apropiado. También a los enfermos protegidos, para que no puedan ser picados por las hembras, cortando el ciclo.

Por lo demás, en cuanto a la aparición de niños con microcefalia, incrementada a partir de la aparición del zika en Brasil, no falta quién recuerde que en ese país se fumiga, para cuidar la agricultura, con insecticidas a los que también se asocia con malformaciones en los recién nacidos.

En todo caso, a doña Dilma le viene muy bien tener contra quién pelear con apoyo de toda la población. Y a los que estén preparando una vacuna que proteja a las embarazadas y a la población en general, igualmente. Pero ojo, nada de alarmas exageradas. No bajar la guardia, por supuesto pero, sin asustarse, que eso también afecta a los futuros recién nacidos y, ojalá, a lo mejor el zika nada tiene que ver. No me atrevo a una afirmación rotunda sobre lo que dejo señalado pero, hay motivos para la sospecha en razón de comportamientos previos. De cualquier forma, insisto, no seamos cicateros destruyendo criaderos y no olvidemos los floreros en los cementerios. Allí las hembras de Aedes depositan sus huevos a sabiendas de que esas aguas permanecen intocadas largos períodos y es posible que proliferen los mosquitos; y por si las mosquitas, si está embarazada absténgase de visitar a sus difuntos, salvo que concurra adecuadamente protegida y usando repelentes apropiados.

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