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El 72 % de los electores respondió al llamado a las urnas.ANGELO CHAMBA / expreso

Salir a atribuirse la victoria en la consulta es un espejismo tramposo

La celebración correísta es en cierta medida justificada y también engañosa. El Gobierno no puede asumir un triunfo cómodo

La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana. Esta frase que es atribuida equivocadamente a Napoleón, cobró actualidad luego de que se proclamaron los resultados de la consulta popular del domingo 21 de abril. El correísmo y todos sus satélites políticos e intelectuales saltaron a festejar que el sí, impulsado por el Gobierno, había perdido en las preguntas que tienen relación con el trabajo por horas y el de los arbitrajes internacionales. Mientras tanto, el Gobierno y sus simpatizantes festejaron el 9 a 2, a favor del sí como si fuera un partido de fútbol o algo así. Paliza, corearon casi al unísono.

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Hay que reconocer que a los correístas no les falta del todo razón para festejar lo del triunfo del no en las dos preguntas de marras. Se trata de dos preguntas que tienen relación con temas que doctrinariamente les son importantes y que básicamente es mantener el status quo laboral y el evitar que tribunales internacionales decidan en casos de controversias con empresas extranjeras. Precarización laboral y soberanía son los términos que tienen pegados en su discurso y que les hace sentir padres de la victoria del no. Para el correísta de manual, el que haya triunfado el no en esas dos preguntas hizo que sintieran que el Ecuador estaba respaldando doctrinariamente.

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Había que ver el video que circulaba en TikTok donde un demacrado Rafael Correa mentía diciendo que las dos únicas preguntas que les importaba a ellos son en las que triunfó el no. Mentía porque, en realidad, durante las semanas previas a la consulta él y los suyos animaban con toda la fuerza de la que son capaces el voto en plancha con la consigna del 11 veces no.

Pero si la celebración del correísmo es en cierta medida justificada, también es engañosa y mentirosa. No solo porque el planchazo por el no fue un fracaso absoluto, sino porque su supuesto triunfo en el tema del trabajo por horas y del arbitraje internacional la ganaron porque no tuvieron rival que les plante la cara. En efecto, las dos preguntas fueron introducidas porque se supone que son asuntos de mucha importancia para el desarrollo del empleo y de la inversión extranjera, pero el Gobierno no hizo ningún esfuerzo para que ganen. Daniel Noboa seguramente asumió que todo se trataba de un referéndum aprobatorio sobre su imagen y no movió ni un dedo para promocionar y divulgar los beneficios de estas dos propuestas. Es más, dejó que todas las mentiras y desinformaciones que circularon para atemorizar a la población circulen libre y cómodamente. En otras palabras, el correísmo y sus satélites ganaron en esas dos preguntas porque el rival no se presentó.

El Gobierno tampoco puede asumir los resultados como un triunfo cómodo, como lo están presentando muchos de sus partidarios incondicionales. Lo del 9 a 2 podrá sonar a paliza, pero que no hayan logrado imponer la reforma laboral ni la posibilidad de que los inversionistas extranjeros se sientan más tranquilos con árbitros internacionales es un asunto no menor.

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Lo que sí se puede decir de estos resultados es que hay clarísimos perdedores. Esos son los que iban por el planchazo a favor del sí o del no. Resultó que el electorado no actuó ciegamente como se vaticinaba y supo escoger. Para bien o para mal, correcta o incorrectamente, pero lo cierto es que la mayoría no se embarcó en las consignas totalizantes que circularon con mucha fuerza durante las semanas previas a la consulta. Es más, es un hecho no menor que con los apagones que han generado un clima de fastidio general en el país, no haya calado en forma decisiva a favor del mensaje del 11 veces no como castigo a Daniel Noboa.

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Tampoco funcionó la adhesión incondicional en la que confiaba Noboa y sus partidarios. Su imagen, su carisma y la adhesión a su favor que habían despertado los operativos de seguridad tampoco fueron suficientes para el 11 a 0 soñado en Carondelet. Por último, está el tema de la extradición que fue aprobado por una amplia mayoría. El que haya pasado en esta ocasión y no en la consulta convocada en el gobierno de Lasso puede tener muchas explicaciones.

Una puede ser que en esta ocasión ya no hubo quien se juegue por defender el no en un tema tan polémico. Luego de Metástasis y Purga, donde aparecieron las relaciones y vínculos entre narcotraficantes y operadores políticos, hacer campaña por el no a la extradición resultaba ya impresentable. El correísmo y sus satélites que se montaron en el cuento del 11 veces no, son los principales perdedores en este tema del que ahora se quieren desentender: si alguien hizo campaña velada para evitar la extradición fueron los de la consigna por el 11 veces no.

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