Carlos Tubar trabaja hace varios años en la línea de buses número 103.

Salio a manejar el bus para ayudar a los abuelos y estudiantes durante el paro

El busetero Carlos Tubar tuvo pérdidas, pero se quedó con la satisfacción de ayudar a las personas con discapacidad, de la tercera edad y estudiantes.

A pesar de que el combustible diésel había incrementado su precio (a $ 2,27) y de que su integridad física corría peligro por los desmanes, el busetero Carlos Tubar se armó de valor y salió a trabajar por las calles de Guayaquil durante los 12 días de paralizaciones en Ecuador. Esto con el fin de transportar a las personas de la tercera edad y a los estudiantes de la línea 103, que hace base en el Guasmo sur y va hasta la vía a Daule.

Sin cobrarles el pasaje, labor social que realiza desde hace varios años.

“Nosotros corríamos peligro al salir a trabajar en esos días, pero igualmente salí porque sabía que había muchas personas ancianas que iban a necesitar transportarse. Y ellos esperan a que nosotros pasáramos porque ya saben que no les cobramos el pasaje. No podíamos dejarlos sin transporte, porque la mayoría va para sus citas médicas o tienen una emergencia”, manifestó el conductor .

El guayaquileño, de 34 años, recordó que el pasado viernes 11 de octubre y ante la preocupación de cómo se iban a transportar los ancianos y los estudiantes, a los cuales no les cobra el pasaje, llamó a su oficial y salieron a brindar el servicio, pero solo dieron dos vueltas porque no recuperaron ni para el combustible. Según el conductor, durante estos doce días pasó de pagar cuarenta a noventa dólares por llenar el tanque del vehículo y herramienta de trabajo.

“Mi jefe, Geovanni Pilamunga, es bien social en ese sentido. Desde años nos dijo que lleváramos a todos los estudiantes y personas de la tercera edad, porque sabe que ellos tienen sus necesidades y a veces no tienen para trasladarse. Nosotros respetamos la tercera edad, personas con discapacidad y estudiantes. A veces hasta nos pagan el pasaje incompleto”, dijo.

Tubar también aseguró que aquel día varios ancianos esperaron en las calles a que cruzara el ómnibus. Al menos a una docena de adultos mayores transportó. “Ese día no había mucha gente en las calles, pero sí muchos adultos mayores que esperaban los buses. Perdí dinero ese día, pero queda la satisfacción de que ayudamos a los más vulnerables. Ellos no tenían que sufrir las consecuencias”.

Los aprovechados

Además, el guayaquileño afirmó que muchas personas se aprovechan de la labor social que hacen. Varios usuarios se hacen pasar por personas con discapacidad o de la tercera edad con el objetivo de no pagar los treinta centavos del pasaje.

“Varias personas saben que ayudamos a los más necesitados. Muchos presentan un carnet del Ministerio Público diciendo que son discapacitados y cuando les toca bajar lo hacen hasta corriendo. Hasta nos tiran los quince centavos y uno no puede decir nada porque los clientes son más bravos que uno”, manifestó Tubar mientras soltó una carcajada.