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Rio 2016, medalla al abandono

El panorama es desolador. Piscinas con aguas verdes, sillas rotas, vallas de metal bloqueando los accesos y césped quemado por el sol, bien podría parecer una escena del Armagedon, pero es la realidad de las sedes de los Juegos Olímpicos de Río de Jane

El Parque Acuático es el escenario que más abandono sufre. Compuesto por dos piscinas olímpicas, el lugar donde se despidió el gran Michael Phelps hoy tiene dos grandes cráteres que acumulan agua estancada.

El panorama es desolador. Piscinas con aguas verdes, sillas rotas, vallas de metal bloqueando los accesos y césped quemado por el sol, bien podría parecer una escena del Armagedon, pero es la realidad de las sedes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 que, a nueve meses de haber vivido su último destello, muestran una cara preocupante e impactante.

Una investigación que encabezó el diario brasileño O’Globo develó el estado de descuido que viven las instalaciones de los Olímpicos y Paralímpicos.

El campo de golf significó una inversión de $ 20 millones y está luchando para conseguir nuevos jugadores que permitan costear el alto mantenimiento. “Estamos realmente decepcionados”, dijo Gil Hanse, arquitecto del terreno.

El mítico estadio Maracaná es otro interesante paradigma de la bonanza y la caída acentuada que significaron los Juegos. Hasta mayo pasado, el único evento que había albergado fue un partido a beneficio organizado por Zico; luego de eso el campo de juego lució inutilizable, producto de los intrusos, los perros callejeros y los gusanos que dañaron la superficie. Había ventanas rotas, los alambres de cobre fueron arrancados de las paredes y los techos, y el 10 % de los 78 mil asientos estaban estropeados. Eso sin contar que en febrero la compañía eléctrica cortó el suministro de energía del estadio debido a las facturas sin pagar que acumulaban casi $ 1 millón.

¿Culpables? El Gobierno estatal y la empresa Maracaná S.A. se ‘tiraban la pelota’ argumentando que no eran responsables del mantenimiento, hasta que en marzo, una jueza ordenó al Comité Organizador de los Juegos reparar todo y entregar el emblema mundial intacto. Y así fue. Hoy ya alberga partidos.

Pero no todos han corrido la misma suerte. En la zona oeste de Río está el Parque Olímpico, uno de los epicentros de los Juegos que cerró sus puertas al público de tres sitios: el centro de tenis y dos centros deportivos.

En la época de los Olímpicos y los Paralímpicos, el Parque recibía 150.000 personas por día. El Ministerio de Deportes es el encargado de administrar el monstruoso espacio, pero todavía no anunció un plan en ellos, solo el velódromo abrió en mayo pasado para acoger escuelas de ciclismo y entrenamientos deportivos de alto nivel, ya que la pista es considerada como una de las más rápidas del planeta, pues en los Olímpicos se batieron diez récords mundiales. Este fin de semana iba a albergar ya el Bike Río Fest, el campeonato regional de Río y exhibiciones de BMX.

“Todo (el olvido) coincidió con la recesión económica que vivimos”, aseguró Theresa Williamson, directora ejecutiva de Catalytic Communities, una organización que ayuda a las favelas.

La región Deodoro no escapó a la debacle. Ahí se albergaron las competencias de hipismo, ciclismo mountain bike y BMX, pentatlón moderno, tiro deportivo, canotaje slalom, hockey sobre césped, baloncesto, rugby, tiro deportivo, hipismo y esgrima en silla de ruedas de los Juegos Paralímpicos. Hoy no escapa a la realidad general.

El recinto alojó la segunda mayor concentración de disciplinas olímpicas y se esperaba que sea convertido en una amplia zona de parques y recreación luego de la cita. Los encargados no confirmaron el proyecto y se finalizó el contrato de la empresa que lo opera en diciembre pasado.

La villa olímpica que albergó a los atletas y recibió cuestionamientos por los deportistas permanece abierta, pero el anhelo inicial de que los ciudadanos se conviertan en los dueños de las viviendas se transformó en una quimera. Los precios son demasiado altos y el Gobierno estatal pretende entregar préstamos a bajas tasas para que integrantes de entidades civiles como la Marina y Ejército accedan.

Maracaná, seis meses de olvido

Uno de los estadios de fútbol más emblemáticos del mundo, lució así hasta mayo pasado. Lleno de suciedad, matorrales, pasto quemado, butacas arrancadas de sus lugares y sin energía eléctrica por una deuda impaga de más de 1 millón de dólares, nadie se hacía responsable, hasta que en marzo pasado, una jueza decidió que el Comité Organizador de los Juegos debía repararlo todo y entregarlo íntegro. Hoy ya está en funcionamiento.