El retorno de la ID

En un país con escasas organizaciones políticas dignas del nombre, puesto que su actividad está fundamentalmente restringida a lo electoral, es indudable que hacen falta las voces críticas de sus dirigentes orientando la vida nacional en asuntos que, presumiblemente, deberían ser del interés de todos.

Sin embargo, solo por excepción dichas estructuras partidarias opinan en temas no vinculados estrictamente a la coyuntura electoral. Por eso su silencio es notable en los períodos que median entre una campaña y otra. Expresado de modo distinto, dicho sea con mayor propiedad, los militantes que integran los partidos no están cumpliendo adecuadamente el rol que de ellos se espera: ser un factor de mediación e igualmente de constante evaluación de los actos de los respectivos niveles gubernamentales. Al mismo tiempo, en la voz de los partidos deben entregarse propuestas de enfrentamiento y solución, elaboradas bajo su particular visión ideológica, de los problemas que con mayor gravedad afectan la vida nacional.

Sin caer en el lugar común, más bien nostálgico, melancólico, de que cualquier tiempo pasado fue mejor, al menos en el cumplimiento de las acciones que la comunidad espera de sus organizaciones partidarias es evidente que algunas de las del siglo pasado, muchas de ellas desaparecidas a la fecha, incluso trabajaban en la igualmente importante tarea de la difusión doctrinaria y la preparación de los jóvenes en tareas vinculadas con el conocimiento del Estado y sus instituciones.

Así, la vida democrática se nutría con algo más que solo retórica y demagogia.

Por ello, recordando el trabajo político realizado por el partido Izquierda Democrática en pro del robustecimiento de la siempre endeble democracia ecuatoriana, es grato conocer que esté por recuperar su abandonado espacio de acción política en el centroizquierda ecuatoriano.

Aunque se insiste en que esas ubicaciones heredadas de la Revolución francesa son obsoletas, sin duda que la ID no es un partido de derecha por su búsqueda de la justicia social pero, tampoco comparte la equívoca postura de los que atribuyen la causa de todos los males al disfrute de las libertades.

Bienvenida entonces la fuerza que un día, conducida por Rodrigo Borja, fue el más importante partido político del Ecuador.