Retorna la institucionalidad

Desde lo aparente, cabe recalcarlo dados los tiempos de posverdad en que el mundo está sumido, cabría pensar en el Ecuador que el país avanza en cuanto al respeto a la división de funciones del Estado y que los procedimientos establecidos en la Constitución y las leyes de la República, vuelven a convertirse en el marco regulatorio del quehacer nacional.

En efecto, ha sido gratamente recibida la actitud presidencial de manifestar su voluntad de no interferir, interviniendo, en lo actuado recientemente por la Función Legislativa.

Se ha manifestado delicadeza, pese a lo duro de ciertas declaraciones, que revelan las tensiones a las que ha llegado la relación de las primeras cabezas del Ejecutivo. Sin embargo, desde el exterior se sigue intentando mantener otra sede del poder y lo que es peor se intenta convertir a países extranjeros en protectores de los corruptos y que esa impresión empiece a crecer en los ecuatorianos es absolutamente negativo, dañino de diversa manera a la imagen del país, y entonces repudiable para el interés nacional.

Cuando sigue circulando como una gran ola creciente la duda de que la aceptación del camino legal sostenido en la Carta Magna se está aplicando a conveniencia, muchos legisladores, en representación de sus tiendas políticas, han dejado notar su desacuerdo con el tipo delincuencial que se le imputa al vicepresidente de la República, concibiéndolo como sumamente benigno dada la magnitud de los ilícitos en que se lo presume vinculado.

Así, estableciendo la relación lógica entre la consolidación del juicio penal con la instauración del juicio político que sería una secuencia afortunada, es bueno no dejar de anotar que la acusación que establece el primero no consta entre las que la Constitución señala como causa para enjuiciar políticamente a quien ocupa el cargo de vicepresidente de la República.

Así, las cosas, luego de haber accedido a la demanda de la Fiscalía, sin que haya sido posible un debate que bien podría haber contribuido a esclarecer, se evidencia que la pantomima es tal y más bien parece el camino trazado para bien librar a uno de sus líderes del bochorno de acusarlo de amplios delitos de corrupción que, de seguro, deterioran la imagen de Alianza PAIS y sus planes de futuro. Por de pronto se augura algún desbande.