Preocupación. En la zona cero de Manta, la falta de vigilancia preocupa a los vecinos.

La retirada militar de las zonas cero

Acabó el estado de excepción y con ello también la última etapa del proceso de retirada del último grupo de miembros de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.

Acabó el estado de excepción y con ello también la última etapa del proceso de retirada del último grupo de miembros de las tres ramas de las Fuerzas Armadas que durante 510 días brindaron seguridad en los albergues y en las zonas de Manabí y Esmeraldas, devastadas por el terremoto del 16 de abril del 2016, el más fuerte del siglo en Ecuador, que dejó 668 muertos y miles de damnificados.

Oficialmente, desde el pasado 13 de septiembre, las dos provincias dejaron de encontrarse en estado de emergencia, pero quedan tareas pendientes, entre ellas la demolición de unos cien inmuebles en Portoviejo, Manta, Chone, San Vicente y Pedernales y lo que más preocupa a los ciudadanos: la carencia de seguridad en las zonas que todavía están en reconstrucción.

La preocupación por la retirada de los militares, que brindaron apoyo logístico y seguridad en las zonas consideradas de desastre, es mayor en los espacios que aún no son habitables porque no culminan los trabajos de alcantarillado, pavimentación, colocación de cables para la energía eléctrica, telefonía y otros servicios.

El capitán de Navío Freddy Endara Saavedra, comandante de la Fuerza Conjunta del Litoral, estuvo a cargo de los 15.000 efectivos que llegaron en auxilio de los manabitas y esmeraldeños. Ahora él y otros militares son los únicos que siguen en Manta, por poco tiempo, por la entrega de los informes a las autoridades cantonales.

Endara recuerda que la primera fase de vigilancia empezó al día siguiente del terremoto con la asistencia a las familias que llegaron a los albergues. La segunda etapa, la de remediación de las zonas cero, comenzó el 27 de abril de 2016 y culminó un año después. A partir de ese momento hubo un retiro gradual de los uniformados hasta quedar algo más de trescientos que finalmente volvieron este mes a sus cuarteles.

“Nos vamos con la satisfacción de haber cumplido con estas familias. Fueron trabajos muy fuertes, principalmente al tener que convivir con el estado de ánimo de quienes lo perdieron todo. Pero estuvimos ahí, sin desmayar, para darles aliento y llenarlos de esperanzas. Todos los que hemos estado en estas zonas y hemos convivido con la población damnificada teníamos la misión de ayudarlos a levantarse”, dice el jefe naval, de descendencia manabita, que está próximo a volver con su familia.

En las últimas dos semanas solo 22 miembros de las Fuerzas Armadas han estado en la Escuela de Pesca, ubicada en el barrio Barbasquillo de Manta, que se convirtió en su cuartel de operaciones.

La semana pasada, el alcalde de Manta, Jorge Zambrano, informó al Comité de Operaciones cantonal sobre la retirada de los militares, preocupado por la seguridad, porque aún faltan demoliciones y trabajos de recuperación de redes de servicios básicos y, además, se ha registrado un repunte de la delincuencia.

El coronel Víctor Hugo Zárate, jefe policial de Manta, dijo a este Diario que ya pidió el envío de más personal para brindar una vigilancia permanente en la zona cero, en donde sus habitantes se sienten inseguros. Mientras tanto, el Cabildo envió a policías municipales para que realicen rondas.

Al día siguiente de la retirada de los militares ya se registraron los primeros robos en la zona cero de Tarqui. De una bodega ubicada en la avenida 108, entre las calles 103 y 104, se robaron enseres y herramientas de trabajo.