
Rescatando Manabi al son del ukelele
Habían pasado un par de semanas desde el devastador terremoto de 2016, cuando Rafael Carchi y Cinthya Baratau llegaron a Manabí.
Habían pasado un par de semanas desde el devastador terremoto de 2016, cuando Rafael Carchi y Cinthya Baratau llegaron a Manabí. Con víveres e instrumentos se habían propuesto ayudar a quienes se refugiaban en los albergues y, de paso, animar a los niños con juegos y canciones.
Sin embargo, nunca pudieron imaginar cómo el ukelele que Carchi, un gestor de Proyectos de 40 años, había llevado colgado en la espalda cautivaría a los más pequeños.
“Los niños corrían hacía nosotros. El ukelele parece una guitarra pequeña, entonces llamaba la atención, no se cansaban de escucharlo y tenían mil preguntas”, relata entre risas.
Así, de canción en canción, los jóvenes decidieron que, a más de llevar la música a los chicos, también fabricarían estos curiosos instrumentos, creados hace dos siglos en Hawái. Pero se enfrentaban a un problema; ¿dónde elaborarlos?
“No queríamos que esto solo se convirtiera en un negocio, sino que fuera un producto que ayudara a los artesanos manabitas”, comentó Baratu.
A Arístides Pincay lo conocieron a un costado de la carretera que va a Jipijapa. El hombre, que aprendió la laudería de niño, siempre creyó que sería el último de su familia en fabricar instrumentos. Esto debido a las dificultades para competir con las importaciones, cuyos precios, sobre todo de guitarras, eran mucho menor.
“Detuvimos el carro y nos sentamos a hablar con él. Nunca había visto un ukelele en su vida”, recuerda Carchi. “El proyecto le gustó y decidió darnos la oportunidad”.
A fines de octubre del año pasado, con sus primeros instrumentos listos, los emprendedores lanzaron ‘JipiJipi’.
Hoy por hoy, cuentan con seis modelos y Arístides con otros cuatro artesanos a quienes transmite su arte. Los han enviado por todo el país e incluso al extranjero. Ahora, comenta Baratau, no solo se enfocan en comercializarlos, sino también en que escuelas y colegios de la ciudad creen clubes para la enseñanza del ukelele.
“Nos gustaría que más gente se vaya sumando. No solo porque el ukelele es divertido y fácil de aprender, sino porque es un producto ecuatoriano, cuyo fin es ayudar a las comunidades”, añadió.