Regreso al pasado

En la década de 1970 proliferaron ineficientes empresas públicas en Latinoamérica y se establecieron complejos sistemas jurídicos para controlar la economía y las finanzas con resultados catastróficos.

Leyes que impedían el ingreso de importaciones no adecuadas fueron más efectivas en desincentivar las propias. Administrar el aparato proteccionista, decidir sobre importaciones a permitir o las industrias que debían ser subvencionadas, establecer tarifas y beneficios, etc., abultó y complicó a los gobiernos y los llevó a una amplia intervención en toda la economía. Se convirtieron en voluminosos monstruos sofocantes con ideas sobredimensionadas que lograron que el sector privado de ciertos países desaparezca virtualmente o se refugie en la clandestinidad.

En algunos países, a pesar de estos errores, la economía en algo creció, dando testimonio del ingenio del sector privado. “La economía crece en la noche...”, se decía, “...mientras el gobierno está dormido y nos deja en paz”.

El naufragio de la moda del Súper Estado crearía nuevos equívocos. El más simple y extendido afirma que por definición el Estado es siempre un administrador ineficaz. La verdad es otra: solo suele ser ineficaz cuando asume más responsabilidades de las que debe. Taiwán, Corea del Sur, Singapur, tienen gobiernos que los podríamos identificar como intervencionistas, pero, intervencionistas inteligentes, que saben que quien mucho abarca poco aprieta, que estimulan al sector privado, y que han dado como resultado crecimientos económicos impresionantes en los tiempos modernos.

En Ecuador, país que solo ha dado pinitos en la modernización y delegación al sector privado -lo que no ha impedido que se hable demagógicamente de “la larga noche neoliberal” y del “desmantelamiento del Estado”- durante escasos dos gobiernos de derecha, se reforzó el estatismo en los últimos 12 años -la misma política fracasada de la década de los 70-, bajo el estandarte de un inefable “socialismo del siglo XXI”. Esta es una de las mas infames herencias que nos ha dejado el correato.