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El regreso a clases resucita la condena vehicular diaria

Ciudadanos piden a las instituciones mejorar la logística al recibir estudiantes.

Tiempo. Los padres o representantes de los alumnos del colegio Mariscal Sucre apresuran el paso para evitar agravar el tránsito.
Tiempo. Los padres o representantes de los alumnos del colegio Mariscal Sucre apresuran el paso para no agravar el tránsito.CHRISTIAN VASCONEZ

El regreso a clases trae caos vehicular y un incesante coro de bocinas en la urbe. Son las 06:55 y Adriana Rocafuerte camina a paso acelerado con su hijo Emiliano, de 5 años, por la acera de la ciudadela Albonor, en el norte de Guayaquil. Dice, mientras sostiene la mochila de su hijo junto a su cartera, que su esposo Jimmy la dejó a dos cuadras del Colegio Nuestra Señora del Carmen, donde recibe clases su hijo, porque con el embotellamiento de carros que hay en el sector a esa hora “es imposible llegar a tiempo y mucho menos circular”. Esto pese a que, según Adriana, trata de llegar minutos antes de la hora que estipula la institución para el ingreso de los estudiantes.

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“¿Usted ve cómo está el tráfico? Así es todos los días. No hay un vigilante que ayude a resolver el nudo de carros que se hace a esta hora. Las personas que hacen expreso o los mismos padres de familia deben pararse en la calle para hacer el papel de vigilantes; pero no sirve de mucho, todos quieren llegar e irse en sus carros”, cuenta ofuscada Adriana.

El mismo viacrucis vive Roberto Calderón, conductor de un expreso particular, al transitar por ciertos sectores del centro-sur de Guayaquil. Dice que no le sorprende que el tráfico empeore en estas fechas, pues asegura que es “cosa de todos los años”. Lo que sí le despierta curiosidad es que las unidades educativas no logren establecer un cronograma de ingreso que evite el colapso vehicular a las afueras de las instituciones.

“Llevo casi toda mi vida manejando y siempre es lo mismo: tráfico por todos lados. Ahora, por las clases, la cosa se pone seria. Por ejemplo, a mi cliente la llevo al colegio San Francisco de Asís a las 06:30, pero por el congestionamiento debo dejarla antes o después de la puerta de ingreso porque no se puede circular”, detalla Roberto, quien agrega que en otro recorrido que realiza de 12:00 a 13:00 por las calles Chile y El Oro se presenta el mismo escenario, pues en esa franja horaria salen de clases los estudiantes del colegio Cristóbal Colón.

Para Carlos Jiménez, planificador urbano, una de las soluciones para regular el colapso vehicular en estos horarios es crear una estrategia que desincentive el uso del automotor, para que los ciudadanos opten por el transporte público como medio de movilización.

No hay un matrimonio entre la gestión del uso del suelo y la administración del tráfico, tránsito y transporte de la ciudad. Crean proyectos viales que se convierten en embudo.

Carlos Jiménez,
planificador urbano

Entre las alternativas que baraja Jiménez está el peaje urbano o la discriminación de tarifas por horarios, con las que, según propone él, se cobraría al ciudadano una tarifa por transitar con su vehículo por las avenidas o sectores con alta concentración de tránsito, como autopistas, túneles, accesos principales, etc.

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Paralelamente a la implementación de esta estrategia, Jiménez, quien descarta el sistema del pico y placa como una solución, enfatiza que se debe invertir en la repotenciación del transporte público.

El tráfico que merma tiempo a los transeúntes en el sector centro y sur de la urbe, también complica el día a día de los ciudadanos que cruzan por el sector El Tornero, en Samborondón, al dirigirse al trabajo, dejar a los niños en clases o ir hacia otro destino.

El tráfico en las horas pico es caótico. Los vigilantes intentan hacer lo suyo, pero sin mayores resultados. 

Alberto Montalvo,
habitante de la ciudadela
El Tornero​

Alberto Montalvo es uno de ellos. Dice que desde las 06:30 hasta las 08:00 el tráfico en el sector es tan complicado que los agentes de tránsito no se dan abasto y no logran dar remedio al embotellamiento de vehículos en la zona.

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“El Tornero desde su construcción fue una ciudadela residencial, pero con el transcurrir de los años el sector se convirtió en una zona comercial y escolar. Hay colegios e incluso universidades, y está bien. Pero lo que necesitamos es que estas instituciones tengan áreas libres para que puedan acoger a los vehículos que llegan hasta ahí a dejar estudiantes y así no congestionen el tráfico”, recomienda Montalvo.

Según Jiménez, esto se debe a la falta de coordinación entre los municipios que gestionan el uso de suelos y la administración del tráfico, tránsito y transporte en la ciudad.

“Lanzan proyectos de transporte con una proyección de usuarios, pero cuando llegan nuevos proyectos, como colegios, universidades y paseos comerciales, se colapsan las vías. Asimismo cuando construyen un paso a desnivel donde el flujo vehicular pasa de seis carriles a dos y se termina convirtiendo en un embudo y no en una solución”, explica el experto en tránsito.

Según la Agencia de Tránsito Municipal de Guayaquil, han desplegado a 675 agentes de control para gestionar el flujo vehicular en los alrededores de 210 instituciones educativas de la ciudad, que hasta 2021 registró 763.145 vehículos en su parque automotor. Es decir, 900 vehículos más que los inscritos durante el 2019.